Nubes en la Tormenta

"A los señores de las tierras de las Tormentas, y a todos aquellos que vieren y entendieren en Poniente.

Largo tiempo han sufrido los Siete Reinos la plaga de la guerra. Hace diecisiete años, mi primo, Jon Connington, pagó con su sangre la traición de Rhaegar I, que lo asesinó a él y a aquellos que le habían dado la victoria. Callé, a pesar de la cólera que me embargaba, porque la alternativa era continuar la guerra. Junto a mí sé que callaron muchos en Poniente.

Cuando murió Rhaegar, dos fueron los candidatos que se presentaron. Todo hombre que siga a los Siete en palabra y obra, todo aquel que conozca las Leyes de la Reina Alysanne y todo aquel que recuerde la deshonra de Rhaegar al renunciar a su legítima esposa, Elia Martell, sabrá que Aegon Targaryen era el legítimo heredero. No culpo a Aemon, hijo de Lyanna Stark. Es un hombre de honor que hubiera sido un buen rey en otras circunstancias. Pero no es el legítimo heredero.

Sin embargo, sabedor de que la imposición de un candidato traería incontables lágrimas y sangre al reino, propuse un gran concilio de nobles, que permitiese dotar de legitimidad al candidato, elegido como lo que debe ser el rey, de acuerdo a las leyes de hombres y dioses: primero entre sus pares. Stannis Baratheon, Mano del Rey, mostró su rechazo desde el primer momento. Y a pesar de mi insistencia, continuó cerrado a las peticiones para evitar la guerra. Dividido en mis lealtades, decidí resignarme e intentar seguir pidiendo negociaciones.

Mas Lord Stannis llevó a sus tropas al vado de Wyl, lanzando él la ofensiva contra Dorne en lugar de esperar a que hubiera ninguna agresión. Allí, en las Marcas, más de 5000 hombres de las Tormentas perdieron la vida. La primera sangre de una nueva guerra civil ya ha sido derramada, y no se ha hecho nada por remediarlo desde el Consejo del Reino. Aún podemos evitarlo, y es por eso que solicito a Stannis Baratheon, Mano del pretendiente Aemon Targaryen y Señor de Bastión de Tormentas:

-Que ceje en el esfuerzo militar de las Tormentas, garantizando su neutralidad y permitiendo a los caídos reposar en paz.

-Que utilice su posición para convocar al Consejo y conminar a la celebración de un Concilio que permita establecer pacíficamente la sucesión, conforme a la voluntad de los señores y las leyes de hombres y Dioses.

-Que no se exceda en sus responsabilidades como señor feudal, pues nos, que somos iguales que él, pero juntos valemos más, somos quienes le hemos hecho señor si cumple nuestras leyes. Y si no, no.

En Nido del Grifo,

Lord Ronnald Connington"