Esto es Dorne.
Les llamará quizá la atención, caballeros, que hay dos ríos. El grande es el Sangreverde, el otro se llama Brimstone que en español no sé ni cómo será.
Esto es el Desierto del Sahara.
Como pueden ustedes comprobar, no hay ríos. Es por eso que lo llamamos “el desierto del Sahara”, y no “la llanura seca con pocas precipitaciones del Sahara”. Pero, un momento… ¿y el Nilo? ¡El Nilo sí que atraviesa el desierto! Sí, exacto, esa es la clave. Cuando el Nilo atraviesa el Sahara, pasa esto:
Pasa que ya no es un desierto. Si te alejas del río y te vas tierra adentro, ya sí es un desierto. Pero mientras te mantengas cerca del río, no estás en un desierto, caracterizado por la ausencia de agua y la ausencia virtual de vida, sino que estás en una llanura extremadamente fértil e idónea para la vida humana, en la que llueve poco, y que está cerca de un desierto.
No puede existir un río en un desierto, porque si hay un río, ya no es un desierto. Es una paradoja lógica. En los desiertos lo que hay es wadis, en español, ramblas de toda la vida, que de vez en cuando fluyen durante un rato, cuando ha llovido. El Sangreverde, como mínimo (del Brimstone ese básicamente no sabemos nada), no es un wadi, dado que sabemos que fluye siempre, dado que hay una gente que vive en balsas en él. Y vivir en balsas en una rambla es harto complicado.
En conclusión, allí donde haya un río que fluye siempre, no hay un desierto. Hay una llanura. Y cerca de esa llanura, rodeándola por todas partes, hay un desierto; pero ahí, ahí concretamente, no hay un desierto. Así que Dorne se nos queda así:
En rojo, hay un desierto, en azul, no hay un desierto. La parte montañosa la ignoramos porque da igual que sea un desierto o no, eso son montañas y ya está.
Entonces, dado que en buena parte de Dorne, en una estrecha franja alrededor del Sangreverde (y del otro que no le importa a nadie), no hay un desierto, y por tanto no hay dunas, ni tormentas de arena, ni camellos que escupen, ni ese tipo de cosas que asociamos con los desiertos y que dificultan la marcha; dado que no es un desierto, decíamos, a un ejército no le cuesta ni una pizca más andar por ahí que andar por las llanuras del Dominio. Por eso esas casillas no son casillas de desierto. Son llanuras.
Y lo contrario es una afrenta constante y sangrante a la lógica y al conocimiento geográfico más básico, que a mí me mosquea y me saca bastante de la partida.