Punto de Trama. La plaga

El desconocido no siempre muestra el mismo rostro y no siempre se lleva a las almas que debe recaudar de la misma manera. En ocasiones todo empieza con un simple resfriado, un hombre que, de un modo u otro tose sobre su compañero. Es en ese momento y no en otro cuando el Desconocido engrosa su lista con multitud de nuevos nombres. Da igual si eres señor o eres vasallo, da igual si duermes entre sedas o entre pulgas, siempre, si estas en la lista, acabas igual, bien enterrado junto al resto.

Y eso es lo que pasó en aquella tierra. Todo empezó con un marinero venido de tierras lejanas, un hombre que tosió en el puerto sobre otro. En su barco pronto los hombres empezaron a enfermar pero ya era tarde, la muerte les había alcanzado a todos. La yegua pálida, una vez más, alcanzaba las costas de Poniente. Esta vez sería imparable pues los ejércitos habían sido llamados a la lucha y pocos escaparían a su terrible aliento.

Por lo menos algunos se consolarían al creer que la arena y el abrasador calor del desierto detendría el avance de la muerte. Que enterrando los cadáveres lejos de los muros todo quedaría solucionado, pero no era así. Cuando la colerina sangrienta se notaba en una población llevaba tiempo instalada, corroyéndola, enfermándola y matándola cual parásito.