Su Majestad el Rey Aegon, el Segundo de su Nombre, Rey de los Ándalos, de los Rhoynar y de los Primeros Hombres, declara:
–Que todo aquel que preste su juramento a su hermana, la Princesa Rhaenyra, o que la apoye en su intento de usurpar el trono, queda declarado Enemigo del Reino. Contándose entre ellos, en concreto y de manera inequívoca:
- Los vasallos directos de Rocadragón así como los Darklyn de Valleoscuro, debido a: apoyar y alentar la rebelión de la Princesa.
- La casa Arryn del Nido de Águilas, debido a: conocerse su juramento a la princesa traidora y sus acciones hostiles contra los leales a la corona.
- La casa Beesbury del Dominio, debido a: conocerse su juramento a la princesa traidora y rehusar sus deberes feudales.
- Y cualquiera que apoye o auxilie a los mencionados anteriormente.
–Así mismo, el Rey Aegon muestra su preocupación por los actos de bandidaje organizado que los Hijos del Hierro han perpetrado en la Costa de Occidente, y en consecuencia declara fuera de la Paz del Rey a la Casa Greyjoy y llama a la captura o muerte de su aparente cabecilla, el tal “Dalton Greyjoy”, que también actúa bajo el pseudónimo de “Kraken Rojo”, y de su hermano “Veron Greyjoy”, que se sabe poco de él.
–Y en base a la grave situación, se conmina a todas las casas leales al rey a tomar armas inmediatamente y unirse a las campañas bélicas que la Corona y sus aliados han emprendido contra los susodichos. Una espada guardada en la vaina de un caballero ocioso es una espada que, por inacción, está desatendiendo su deber hacia el rey y el reino. Igual que Su Majestad Aegon el Segundo cabalga a la batalla, el primero de todos, a lomos de su dragón, así se espera que actúen sus juramentados. Pues si morir en batalla por el Rey es un destino glorioso y que se recordará por siglos, el oprobio de quedarse temblando tras los muros mientras el reino está bajo ataque, mancha la reputación de una casa con una pátina de cobardía durante milenios.
Así habló, en la Fortaleza Roja, el Rey Aegon el Segundo.