Ser Kevan entró en la tienda de Jon Connington visiblemente alterado, pero no por ello dejó de guardar todos los aspectos del protocolo que hasta el momento había reinado en el campamento del rey Aegon.
Protesto firmemente Lord Connington - dejó sus guantes de seda en la mesa, era evidente que la noticia le había sorprendido mientras preparaba la marcha -. Todos aquí juramos lealtad al rey, carecemos de razones para su asesinato. Los señores del Dominio siempre fueron fieles a su palabra mientras cabalgaron al lado de mi hermano. Lord Randyll Tarly el primero de todos.
La victoria de Aegon había sido una victoria vacía. Sin él aquella alianza pendía de un hilo. Hacía unas semanas dos reyes y 100.000 hombres cabalgaban para enfrentarse al Guardián de Occidente, ahora solo uno de ellos quedaba con vida y huía de Occidente cual venado en una cacería.
Ser Connington alzó la mirada ante la intromisión de ser Kevan Lannister. Ya habían capturado a todos los nobles del Dominio, requisado sus armas y caballos y cercado a sus ejércitos. Oberyn se encontraba, creía, de vuelta, mientras Jon Connington organizaba la marcha. Su rostro congestionado, con los ojos hinchados por el llanto se mostró impasible ante ser Kevan. Rolly Campodepatos estaba en una esquina, afilando su espada con el arte que le otorgaba haber sido herrero.
– Seguid careciendo porque cuando encuentre al traidor todo Poniente tendrá pesadillas con lo que pienso hacerle – dijo el caballero levantándose y alejándose de la esquina hacia la puerta. Su rostro mostraba el cansancio de quien no duerme, la pena se lo impedía. Había estado cuidando y adiestrando al joven dragón durante años y donde los demás veían a un rey, ser Rolly veía un joven hermano. – Os dejo a solas. Estaré fuera por si me necesitas Jon.
Connington asintió y cogió una carta que les había mostrado Garlan Tyrell tras la muerte del rey – leedla. Aquí tenéis la prueba, Margaery Tyrell está embarazada y según ella, de Aegon. Ahora nunca sabremos si es cierto todo lo que dice. Por mi parte lo dudo, no lo eduqué así. Lo que si se es que es la única alternativa. Rolly asegura que nadie entró en la tienda, que está seguro. Vosotros no podéis ser pues jurasteis lealtad y necesitabais a Aegon. No ganabais nada con su muerte. Los dornienses… jamás traicionarían a Oberyn Martell y ese hombre ahora mismo esta lamentándose por no ser él a quien le hubiesen rajado el cuello en vez de a su sobrino. Queda la compañía dorada, ha sido leal a Aegon desde hace años, sus hombres lo conocían y apreciaban, no niego que pueda haber una manzana podrida, pero no ha movido los hilos. Sacad vos las cuentas ser Kevan – dijo Connington cogiendo también su espada y afianzándosela al cinturón.
– En cuanto a Lord Tarly… ¿qué queréis?¿su libertad? Traedlo aquí y que opine de todo esto y ya veremos.