Una aparición sorpresa

Las pesadas cortinas de la entrada de la tienda se cerraron, habían tomado todas las precauciones posibles pero todo había sido organizado demasiado rápido y quien sabe si no habría ojos y oídos en los alrededores. No había tocado su cama desde que descubrió a aquella muchacha la pasada noche, moviendo hilos, soltando lenguas, memorizando patrullas, hablando con los guardias … la vista de Aguasdulces estaba centrada en el torneo, pero había muchos intereses y sabía no era el único que caminaba en las sombras.

Lord Jon Connington fue el último en entrar, acompañado de su amigo Ser Myles Mooton. Gerion Lannister y su sobrino Ser Jaime aguardaban en silencio mientras Ser Oswell Whent cerró la entrada tras Ser Myles. Solo entonces Ser Willem Darry comenzó a hablar:

Todos estamos al corriente de lo sucedido, esta vez Lord Tully ha ido demasiado lejos y el código de caballería y la paz del rey no permite que nos quedemos parados.


Ser Bryden se encontraba atendiendo a su caballo, le gustaba hacerlo a él mismo, no necesitaba ayuda alguna y los escuderos estaban más pendientes de la entrega de la corona de flores a Moyra Whent. Ser Oswell se arrodilló frente a su nueva sobrina y le susurró.

Disculpadme querida por arruinar la festividad que se celebra en vuestro honor. Resguardaos.

Tras pronunciar estas palabras, imperceptibles para cualquier, Ser Willem Darry comenzó a hablar. Es la señal. Las palabras eran cosas de otros, Ser Oswell se limitó a pivotar sobre si mismo, desenvainando la espada mientras la capa blanca ondeaba tras él. Estaba seguro, conocía a cada hombre de aquella festividad, pocos hombres podían retarle con la espada en la mano y la mayoría estaban de su bando. Mientras la voz del Maestro de Armas de la Fortaleza Roja resonaba en todo el campo de lizas, las figuras de varios caballeros se destacaron al avanzar hacia donde unos instantes atrás se batían los participantes, una figura demacrada y visiblemente atormentada era custodiada, por sus rasgos era inequívocamente una mujer, su pelo mal rapada, las heridas de su cuerpo y su gesto desencajado hacía que solo sus más allegados la reconociesen.

Caballeros de Poniente, señores de los Ríos — la voz profunda de Ser Willem interrumpió el festivo ambiente de Aguasdulces — Oscuros hechos corrompen tan noble reunión. Pesa sobre mi consciencia y sobre la de mi compañero Ser Oswell interrumpir esta celebración con lo que acontece, pero como caballeros que juramos ante el guerrero ser valientes, ante el padre ser justos, ante la madre defender al inocente ¡y ante la doncella proteger a las mujeres! — el discurso de Ser Willem se fue inflamando mientras Ser Oswell Whent repetía con él y algunos de los más jóvenes caballeros, impresionados, comenzaron a unirse en coro. — Así pues, caballeros y señores, os presento a Lady Barbrey Dustin. Hija de Lord Roderick Ryswell, esposa de Lord Willam Dustin, señor de Fuerte Túmulo. Mantenida presa en las mazmorras de Aguasdulces por orden de Lord Hoster Tully. Así, por mandato del juramento hecho ante los Siete como caballero, y protegiendo la paz del Rey, ante todos los señores de los Ríos … — Ser Willem tomó aliento para decir estas últimas palabras — Lord Hoster Tully, sois acusado de conspirar, de quebrar la paz del rey y de falso encarcelamiento. Descended de vuestro palco y acompañadme de buena gana a Desembarco del Rey.

Jon no se lo podía creer.

Lady Dustin, herida, asustada y hambrienta, tendida en una mazmorra. Los señores de Poniente no hacían eso, ¡no debían hacerlo! Había multitud de malas hierbas, por supuesto. Su propio señor bebía y se entregaba a mujer tras mujer en sus correrías por las Tormentas y todo el continente, pero jamás habría visto a Robert Baratheon ser capaz de esto. Era una vergüenza para el código de caballería, el honor del reino y la paz en aquellas tierras. Era una guerra contra los ideales que sostenían al reino.

Miró a Ser Willem pronunciar el discurso. Sabía lo que pasaría si iban a Desembarco del Rey. Había visto a Aerys Targaryen impartir justicia y sabía que no sería piadosa. Pero él no sería como él. Él evitaría que la locura se siguiera extendiendo. Un juicio justo, eso sí que se lo podía prometer. Eso es lo que merecía el reino, y no reyes demasiado obsesionados con su miedo a la traición y señores que quebrantaban sus promesas. Observó a Brynden Tully, que lo había derribado en la justa y permanecido atendiéndole después del combate, galante y atractivo en su armadura negra, observando a un lado y a otro. ¿Qué haría?

-¿Cómo habéis podido, Lord Hoster? - No pudo contenerse. Apenas se apagaba el eco de las palabras de Darry, surgían las suyas. - Un señor ha jurado proteger a su pueblo y al reino, ha prometido ser recto y justo ante los ojos de los Siete. ¿Cómo habéis podido hacer esto? -Observó a Lady Dustin, los ojos llenos de lágrimas. -¿Qué locura os ha poseído?

Lord Walder Frey se levantó y empezó hablar golpeando la mesa con la copa:

“ No nos volvamos locos! Cierto es que tal hallazgo es desconcertante a la par que preocupante. Pero debemos creer en la inocencia de Lord Tully pues nos ha abierto las puertas de su casa, y más de uno de los aqui presentes no toleraría insulto o insinuación alguna en su hogar. ¡yo el primero! -el viejo Frey paseo la mirada por los rostros de los más grandes hombres allí presentes- Tan cierto es lo que he dicho como necesario que Lord Tully acuda a Desembarco del Rey, pues debe anteponer su casa, y su familia a su persona y someterse a juicio, ya que rehusar a acudir a Desembarco podría tener desastrosas consecuencias para su casa y para los Rios, pues la ira del rey ninguno de los aqui presentes se aventura a decir hasta donde podría llegar.”

Brandon no participaba en la liza de aquel día y su humor era de perros. Había caído demasiado pronto y no había podido demostrar su valía como justador, el Norte había quedado retratado y eso lo irritaba. Aún así se situó junto a los norteños que lo acompañaban, un apagado Lord William Dustin entre ellos, y mantenía la compostura sin hacer ese día demasiado caso a las miradas constantes de su prometida que ciertamente cada vez era más hermosa ante sus ojos y su corazón.

Pero todo sus sentimientos, su pesadumbre y el mundo entero se apagó cuando vió una figura demacrada se acercaba desde el castillo acompañada por unos hombres. antes de que Ser Willem pudiese comenzar a hablar Brandon ya había saltado de su palco y corría, corría como nunca lo había hecho en su vida sin darse cuenta siquiera que tras de sí cada vez más atrás hacía lo mismo Lord William que parecía haber recobrado su alma de nuevo.

-SOLTADLA!! - sólo el mero hecho de ver cómo aquellos hombres la ayudaban a caminar le recordaba que no era él quien la había ayudado cuando más lo necesitaba y eso le reconcomía por dentro - Mi señora, estáis bien? - era una pregunta absurda, pues mientras la sujetaba entre sus brazos podía observar como su cuerpo había sido vilipendiado y tratado de las peores formas y aquella dulce y hermosa mujer era ahora un cuerpo maltratado y otrora un bello rostro de mejillas sonrojadas era ahora una cara hinchada con las lágrimas más grandes que jamás había visto corriendo por las marcas de los golpes que había recibido. - Lo pagarán, os juro que no descansaré hasta que paguen los culpables. -

Lord Dustin llegaba en ese momento, y se echó a un lado dejando que marido y mujer se uniesen pues él era la tercera parte de un triángulo que debía romperse y cuando se giró con furia en su mirada sólo pudo llegar a terminar de escuchar las palabras de Ser Willem

Y sólo pudo mirar hacia el palco de honor, desconcertado, miró a Catelyn con el estupor en su mirada, aquella que debía ser su futura esposa… no podía ser y fijó a Lord Hoster que ya se había puesto en pie y se dispuso a escuchar con la mano cerca de la empuñadura de su espada.

A pesar de su juventud, ser Myles Mooton disimuló muy bien su sorpresa al ver aparecer a la sucia y maltrecha norteña, acompañada por dos hombres de Darry. Un golpe de efecto muy hábil de ser Willem, que pretendía impresionar a los presentes. No esperaba encontrarla allí, pero había muchas incógnitas al respecto. No confiaba en Hoster Tully, al igual que el príncipe Rhagear. No creía, sin embargo, que el señor de Aguasdulces fuera capaz de tal bellaquería. Y sin embargo, Lord Hoster se había lavado las manos ante las tropelías que los Frey habían perpetrado en las tierras de su propio vasallo, Lord William Darry. Myles había hablado con el señor de Darry horas atrás, en el banquete, y su rencor era más que patente. Lord Raymun Mooton, que también estaba presente en aquella conversación, le había aconsejado prudencia. Una vieja y larga amistad unía a ambos señores, cimentada en numerosos acuerdos y mutuas concesiones, e incluso Myles sospechaba que su padre quería prometerlo con una de las doncellas de Darry. Lord William les había escuchado a medias. Quizá esta era su manera de desquitarse. Demasiados nudos y enredos, muchos de ellos, ocultos por una niebla impenetrable. ¡Ojalá estuviera el príncipe Rhaegar presente! Él siempre sabía qué era lo correcto.

Prestó suma atención a las reacciones de los presentes. «Habláis demasiado, Lord Connignton». Apreciaba al señor del Nido del Grifo por su lealtad y honor inquebrantable, pero su falta de tacto en aquel momento era evidente. Ser Myles había aprendido a contener la lengua y a decir únicamente lo justo y necesario. Sólo así se podía sobrevivir entre la podredumbre que anidaba en la corte de Desembarco. Estaba seguro de que Lord Tully no olvidaría la hostilidad que había manifestado el señor de los grifos. La reacción del viejo lord Walder había sido mucho más predecible. A ser Myles le costaba no mirar con desprecio a aquella decaída y gruñona figura que había medrado, en gran medida, gracias a arteros golpes de mano. Tras la faz de la comadreja se escondía un individuo muy peligroso con el que no quería tener nada que ver.

Miró a su padre, Lord Raymun Mooton, que observaba la escena con ojos taciturnos. Sus miradas se encontraron, y tras un asentimiento casi imperceptible, ser Myles dio un paso al frente.

Debemos ser cautos y no dejarnos llevar por las bajas pasiones, ni emitir juicios precipitados.

Si Lord Tully es inocente, no tiene nada que temer. En Desembarco del Rey tendrá la oportunidad de limpiar su nombre ante su Majestad y el reino.

Después pensó en el cuerpo del príncipe Lewyn Martell en llamas y en la corte de gansos que rodeaba al rey Aerys y le pareció que sus palabras habían sonado vacías.

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Tranquilidad. Hoster Tully se alzó como un resorte ante la aparición de Barbery Dustin. Obviamente sabía que aquello era mentira, pero Hoster no pensó en ese mismo instante en proclamar su inocencia. Lo primero que hizo fue observar a su alrededor. Los Blackwood le miraban, confiados, al igual que los Mallister y otros más, muchos más. Pero siguió observando, encontrando a Catelyn y a sus hermanos. Tomó un suspiro y alzó la voz.

- Estáis bajo la juridiscción de mis tierras, Willem Darry, y vos Oswell Whent, así como todos los aquí presentes. No oséis insultarme a mi o a mi familia.- Lord Hoster lanzó una advertencia, y sus banderizos colocaron las manos en sus espadas. Pero no, el no deseaba que muchos muriesen allí.- Lady Barbrey Dustin no se encontraba en las mazmorras de Aguasdulces. Mentís.- Más bien en las de Darry, pero se había negado a hacer entrar a Brynden. Que error. Seguramente era allí donde se ocultaba aquella mujer del Norte. La miró ahora a ella.- Ayudadle a lavar. Adecentar a esa mujer. Eso, Ser Oswell, es lo primero que tendriáis que haber hecho al traerla hasta aquí.- Pero se guardó el desde donde.

- El Rey Aerys me escuchará, como siempre hizo con los hombres del Tridente. Iré a Desembarco del Rey, así que dejad de lanzar acusaciones y guardad vuestras espadas. Aquello que habéis venido a hacer no se hará.- Sus banderizos, aquellos que lucharían por el, le miraron, y Hoster Tully solo buscó sus miradas e hizo un asentamiento. Comenzó a caminar y le dijo algo a Lord Blackwood, y a Lord Mallister, y pronto éstos se dirigieron a otros hombres.

- Catelyn, escúchame.- Tomó las manos de su hija, e intercambio unas palabras. La muchacha parecía querer llorar, pero él sabía que Cat no lo haría. No, ella sería quien había aprendido a ser. Lo siguiente fue acercarse hasta donde se encontraba Brandon Stark. Y no dejó que le escuchasen hablar. Los hombres de los Ríos formaron alrededor de Hoster Tully, quien era Señor de esas tierras, y tenía todos sus derechos sobre los demás.

- Ser Oswell, viajaré con vos a Desembarco del Rey. Pero este torneo no ha terminado, ni su celebración. Lo haré cuando todo se encuentre en orden, y vos podéis ser mi sombra. No entraré en Aguasdulces si os parece bien.- Hoster Tully comenzó a dictar en su mente unos nombres, uno tras otro, aquellos que había hecho conocer a otros ya.

La aparición de Whent con Lady Barbra Dustin provocó el revuelo que sólo aquella situación podía provocar; Jaime estaba cerca de los Tully y Gerion acababa de salir de algún rincón agarrado de una moza Frey a la que dejó de sobar en cuanto la situación cambió de tono abruptamente. El hermano de Tywin miraba a su sobrino preocupado debido a lo cerca que estaba de Lord Hoster, sobre todo porque picó el anzuelo del enaltecimiento de los valores de la caballería. Gerion era más cínico.

La escena fue ganando y perdiendo intensidad y parecía que no llegaría a mayores, salvo porque Gerion dudaba que aquello quedara así. Por si acaso tendría cerca a Jaime y Cersei así como avisaría a los suyos para estar preparados.

  • Esto no está bien. - Se le oyó musitar.

Por un largo e indeterminado instante pareció que la sangre correría frente a los muros de Aguasdulces, pero finalmente Lord Hoster habló y calmó los ánimos, con sus palabras había salvado la vida de decenas, quizá de cientos. A pesar de todo, el rostro de Ser Oswell estaba desencajado, ¿qué se pensaba aquel viejo? Llamarles a ellos mentirosos, con gusto habría ensartado a aquel orgulloso de mierda para después mearse sobre su cadáver. Pronto sus obligaciones lo despertaron de aquel sueño, últimamente le pasaba más de lo que desearía. Maldita capa blanca. Tras los discursos de Lord Walder y Lord Hoster los ánimos se apagaron y fue entonces cuando varios de los señores de los ríos fueron a presentarle sus respetos a Ser Wilem Darry, a preguntarle cuestiones varias y a ofrecer su ayuda para conducir a Lord Hoster a Desembarco y asegurar que se producía un juicio sin incidentes. Decenas de caballeros menores así como los señores de Mooton, Roote y Keath se personaron ante el Maestro de Armas y se pusieron a su servicio.

La confusión era más que patente entre los señores de los ríos, muchos señores veían a Lord Hoster y deseaban desenvainar las espadas y ensartar a aquellos que se atrevían a enturbiar la vida de los ríos. Sin embargo todo comenzó a calmarse cuando tras saludar a su padre con una leve inclinación Catelyn Tully comenzó a recorrer las gradas y los campos de liza. Pronto una grupo nada desdeñable se encaminaba hacia el castillo. Los hombres de Blackwood, Bracken, Rygger, Grey y PIper flanquearon a la Dama de Aguasdulces y los abandonaron a todos. Fue en aquel entonces cuando los más avispados pensaron en el hermano del acusado, el Pez Negro. Aquel caballero había sentido los problemas antes que ningún otro y para cuando preguntaron por él solo su rastro quedaba en las cercanías de las lizas.

Junto a los ribereños menores que se unieron a la compañía se situaron las guardias de la casa Lannister, Frey, Whent, Connignton y Darry. Antes de comenzar la marcha todos quedaron pendientes de los movimientos de Brandon Stark, el lobo salvaje del Norte. ¿Acudiría a Desembarco a reclamar justicia para su querida examante, creería en la inocencia de su futuro suegro? Nadie pudo saber que pasaba por la cabeza del Stark, cuya mirada atravesó el campo repleto de hombres hasta encontrarse con la de Lord Hoster. Pasaron unos segundos que parecieron horas y finalmente las varias de decenas de los hombres del huargo se encaminaron hacia el castillo de Aguasdulces sin mirar atrás.

Aquellas palabras que le dijo Lord Hoster al oído, la historia de que alguien más había detrás del secuestro de Lady Barbrey era ya evidente, lo había hablado muchas veces con Ser Brynden y era algo palpable detrás de ese secuestro se escondía alguien poderoso pero, Hoster Tully? Los Dioses hablarían pero antes de eso intentaría averiguar la verdad, no sin antes poner a buen recaudo a los suyos, a su prometida y a los norteños.

-Marchad a las tierras de Durry. Buscad a Lord Ryswell y decidle que su hija está a salvo, y que comenzaremos la marcha por el Camino del Río hasta Posada de la Encrucijada, nos encontraremos por el camino. - El hombre corrió hasta las caballerizas para montar en su caballo y marchar tan rápido como pudiese.

-William debemos marcharnos. - Su buen amigo aún seguía abrazado a su mujer, la que parecía un espectro, un fantasma de lo que fue… y lanzó una breve plegaria a los Dioses Antiguos, “Que el Norte la traiga la paz y la vida de nuevo” , aunque dudó que sin un arciano cerca nadie lo fuese a escuchar. Cuando los demás norteños estuvieron cerca los mandó preparar las monturas debían partir de inmediato de allí, Lady Barbrey debía volver a su hogar cuánto antes y sólo había una parada de por medio y no tardó en llegar a su destino… el palco central donde los hijos de Lord Hoster ya se habían bajado

-Mi señora. - dijo a Catelyn, con premura en su mirada, aquella buena mujer tenía lo ojos hinchados pero ni una sóla lágrima corría por su rostro. - Por el deseo de inocencia de vuestro padre cumpliré con su última voluntad, os llevaré a vos y a vuestros hermanos a la seguridad de Aguasdulces y esperaréis allí a mi regreso pues no dudéis que volveré a por vos. - de un modo u otro Catelyn aún tendría su papel en la vida de Brandon, para bien o para mal.

Cuando llegó a Aguasdulces la fortaleza ya bullía en movimiento, los Tully preparaban las defensas de la ciudad ante cualquier posible movimiento por parte del Rey o de la Justicia y supo que allí ya no tendría mucho que hacer, sólo una solicitud cuando se encontró cara a cara con el Castellano de Aguasdulces que ya estaba al corriente de todo lo que había ocurrido en el Torneo - Buscad cualquier tipo de movimiento extraño los días pasados en Aguasdulces, pues quiero confiar que Lord Hoster es inocente, quiero que os cercioréis que Lady Barbrey nunca estuvo aquí, que los hombres que la llevaron al torneo nunca estuvieron aquí, pues de no ser así vuestro señor será ajusticiado… y yo volveré. -

Lord William había acudido con su mujer a los aposentos del Maestre, donde iba a recibir los tratados primarios que requería, lo indispensable para iniciar el viaje y lo justo para que Brandon escribiese un mensaje para ser enviado con un cuervo a Invernalia, pues su padre debía ser conocedor cuanto antes de aquellas noticias. Cuando salió de ver al Maestre su aspecto no era mejor, pero al menos ahora vestía ropas limpias y olía a ungüentos, medicinas que el maestre le había suministrado - William, Barbrey debemos hablar, pero no aquí… - entregó la carta al maestre con el sello de la Casa Stark y se marchó con la joven pareja, había muchas preguntas que requerían respuesta.

No llegaba a las dos horas de abandonar Aguasdulces cuando un mensajero portaba noticias en nombre del mismísimo Rey, y no eran otras que unirse a la comitiva que se dirigía a Desembarco, pues Lady Barbrey era solicitada como testigo para el juicio al que se iba a someter Hoster Tully.

Brandon aceptó de mala gana, Desembarco quedaba demasiado lejos de la seguridad del Norte, pero sabía que en tan maltrecho estado no podía optar por la opción de huir o escapar así que no le quedó otra que permanecer allí mientras los hombres comandados por Ser Willem Whent. Pero antes tendría la conversación que no había tenido ocasión de tener con su buena amiga.

-Mi señora, debes ser fuerte. - comenzó a hablar Brandon subiéndose al carro en el que era transportada Lady Barbrey mientras hacía gesto al resto de sus hombres para que le dejasen hablar a solas con ella - Quiero que sepas que voy a estar contigo hasta que estés segura no pienso moverme de tu lado y os protegeré tanto a vos como a William. Pero antes de ir al Norte debemos acudir a Desembarco por orden del Rey… - le acariciaba la mano mientras la voz bronca de Brandon era casi un suspiro para no dañar sus oídos - Necesito que me digas lo que recuerdas, dónde habéis estado todo este tiempo? necesito algo, algún recuerdo sobre los captores… y sobretodo Barbrey si los Tully han tenido algo que ver en esto, porque si Hoster Tully muere nos veremos sumidos en una guerra… - No quería una guerra en el Tridente, su prometida… no quería pensar en ello ahora, porque aún temía más una respuesta afirmativa, si Hoster Tully era culpable lo vería arder con sus propios ojos.

-¿Quien más podría ser Brandon? - la ira inconsciente se mezclaba con la desesperación en los ojos temblorosos de Lady Barbrey - Ella no soporta verme, sabe que mi padre deseaba casarme contigo, sabe que era el único estorbo para vuestra bonita boda. -

“Tú conoces ya mucho más que yo de las personas malvadas de este mundo.” pensó Brandon, mientras con un protector abrazo la mostraba que allí estaría para siempre y una lágrima se escurría por sus mejillas.