Una aparición sorpresa

A pesar de su juventud, ser Myles Mooton disimuló muy bien su sorpresa al ver aparecer a la sucia y maltrecha norteña, acompañada por dos hombres de Darry. Un golpe de efecto muy hábil de ser Willem, que pretendía impresionar a los presentes. No esperaba encontrarla allí, pero había muchas incógnitas al respecto. No confiaba en Hoster Tully, al igual que el príncipe Rhagear. No creía, sin embargo, que el señor de Aguasdulces fuera capaz de tal bellaquería. Y sin embargo, Lord Hoster se había lavado las manos ante las tropelías que los Frey habían perpetrado en las tierras de su propio vasallo, Lord William Darry. Myles había hablado con el señor de Darry horas atrás, en el banquete, y su rencor era más que patente. Lord Raymun Mooton, que también estaba presente en aquella conversación, le había aconsejado prudencia. Una vieja y larga amistad unía a ambos señores, cimentada en numerosos acuerdos y mutuas concesiones, e incluso Myles sospechaba que su padre quería prometerlo con una de las doncellas de Darry. Lord William les había escuchado a medias. Quizá esta era su manera de desquitarse. Demasiados nudos y enredos, muchos de ellos, ocultos por una niebla impenetrable. ¡Ojalá estuviera el príncipe Rhaegar presente! Él siempre sabía qué era lo correcto.

Prestó suma atención a las reacciones de los presentes. «Habláis demasiado, Lord Connignton». Apreciaba al señor del Nido del Grifo por su lealtad y honor inquebrantable, pero su falta de tacto en aquel momento era evidente. Ser Myles había aprendido a contener la lengua y a decir únicamente lo justo y necesario. Sólo así se podía sobrevivir entre la podredumbre que anidaba en la corte de Desembarco. Estaba seguro de que Lord Tully no olvidaría la hostilidad que había manifestado el señor de los grifos. La reacción del viejo lord Walder había sido mucho más predecible. A ser Myles le costaba no mirar con desprecio a aquella decaída y gruñona figura que había medrado, en gran medida, gracias a arteros golpes de mano. Tras la faz de la comadreja se escondía un individuo muy peligroso con el que no quería tener nada que ver.

Miró a su padre, Lord Raymun Mooton, que observaba la escena con ojos taciturnos. Sus miradas se encontraron, y tras un asentimiento casi imperceptible, ser Myles dio un paso al frente.

Debemos ser cautos y no dejarnos llevar por las bajas pasiones, ni emitir juicios precipitados.

Si Lord Tully es inocente, no tiene nada que temer. En Desembarco del Rey tendrá la oportunidad de limpiar su nombre ante su Majestad y el reino.

Después pensó en el cuerpo del príncipe Lewyn Martell en llamas y en la corte de gansos que rodeaba al rey Aerys y le pareció que sus palabras habían sonado vacías.

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