Ser Brynden Tully se encontraba en el Vado Rubí. Allí seguían con el unos pocos hombres del Tridente y del Norte. Y aquel caballero enorme proveniente de Occidente. No habían dado con nada ni con nadie. Brynden ya había deducido que no encontrarían ni un rastro. Para él todo había sido un acto orquestado, pero no sabía por quien. Había desechado la idea de los hombres de las montañas del Valle, no tenían la conciencia de que los Stark pasarían por aquella ruta. Y aunque tenía otros nombres en su cabeza, no había dicho nada a nadie, hasta que se encerrase con Hoster nuevamente.
Esos días había compartido sus idas y venidas junto a Brandon Stark, y había llegado a la conclusión de que la partida de Cat no sería tan difícil para él. No consideraba al Stark un caballero…pero tampoco lo era, pues el seguía a los Viejos Dioses. Aún así lo consideraba un hombre que parecía bastante centrado. Esperaba que su sobrina estuviese segura con él. Aquellos eran sus pensamientos cuando un hombre llegó desde el Oeste, montado a caballo y todo raudo.
Le dio un pergamino que desenrolló en poco, tras ver que venía dado con el sello de los Tully de Aguasdulces. Quizás eran noticias sobre la desdichada del Norte. Pero pronto se dio cuenta de que no. Las noticias de Desembarco del Rey llegaban a él con rapidez, tanto como las de la boda que se daría en Aguasdulces. Hizo ademán de tender el pergamino a Brandon Stark…pero lo pensó mejor. Lo enrolló y lo guardó para él.
- Debemos marchar a Aguasdulces ya. Hay aún un camino largo hasta allí.- Fue a ensillar a su caballo…y en el camino tomó al Stark por el brazo. Pronto, Brynden Tully le hizo conocedor al otro de lo ocurrido en Desembarco del Rey.