Una noche turbulenta

Su respiración entrecortada por la emoción. No tenía miedo, solo anhelo por cumplir su destino. Victoria o muerte había dicho antes de partir. Caminaba en silencio, sola. Solo veía oscuridad, pero no tenía frio. Si la luna hubiera estado menos brillante esa noche, hubiera tropezado a cada paso, pero siempre encontraba donde pisar con seguridad.

De pronto la vio. Una enorme cueva, grande como las gruta que daba acceso a la Roca. De hecho, se le parecía mucho curiosamente. Ahora si que necesitó encender una antorcha, dentro de la cueva, no había luz de luna. Respiró hondo, se sacudió los hombros y los nervios.

Continuó caminando en pos de su destino. 10 pasos, 25 pasos, 100 pasos, 400 pasos, perdió la cuenta y cuando miró atrás ya no vio la entrada de la cueva iluminada por la luna. Volvió a fijar la vista en el frente para continuar hacia el interior. Pero entonces lo vio. Unos enormes ojos que parecían brillar en la oscuridad, una boca llena de dientes como espadas que se abría para devorarla, ya solo vería fuego…


A muchos kilómetros de allí, más de los que un hijo del lecho de pulgas imaginaba que podrían contarse… Lord Jason Lannister se despertó sobresaltado y balbuceó…

-¿Que cojones ha sido eso?

Recordó a Allyria, Daenys, como quiera que se llamase en realidad, sus curvas, su pelo ceniciento y su rostro duro. No pudo evitar pensar en como había sido llevarla a su cama. No pudo evitar el deseo y no pudo evitar ver a la mujer que dormía plácidamente sobre su cama, desnuda. Sin moverse del sitio, preguntó si dormía.

-¿Dormis querida?

Ella gruñó adormilada.

El León de la Roca tomó el gruñido por invitación y con un poderoso rugido, como el de su lema familiar, saltó sobre su presa al grito de…

-¡Ven gacela mía, que voy a comerte!

La mujer se despertó sorprendida. Ágil como una gacela y furiosa como un tejón, se revolvió,

-¿Estáis borracho esposo? ¡Dejadme dormir! Para jueguecitos estúpidos a horas intempestivas ya tenéis a la otra. ¡Haced que se gane lo que pagáis por mantenerla! ¡A mi me dejaréis dormir! ¡Si me queréis a mi, os bañáis, venís sobrio y me cortejáis primero! ¡Borracho! ¡Patán! ¡Mandril!

Lord Jason primero se sorprendió. ¿Tanto había bebido la víspera que se había ido a la cama de su esposa en vez de con su amante? No lo recordaba. Pero si recordaba cuando vio desnuda a su esposa la primera vez y si bien ahora tenía unos años más y había parido 5 hijas y un hijo… Todavía hacía que a un hombre se le acelerase el pulso con su visión.

-No estoy borracho, esposa mía. Y cuando te veo así con tu traje de día del nombre… No hay otras para mi. Dejadme haceros otro pequeño león. Grrrrrrr.

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