Vientos del norte

VIENTOS DEL NORTE

-Hace frío padre - dijo Robb Stark mientras el vaho se le escapaba formando una nimia nube que desaparecía en un visto y no visto. El sol ya hacía rato se suponía en el cielo pero una capa de cielo plomizo hacía que apenas una capa luminosa bañara Invernalia, que bullía de vida sobre una capa de escarcha en el embarrado

-Vientos del norte. – masculló Brandon , a quién últimamente le venía el pensamiento recurrente de la ya pasada década desde el fin del último Invierno. Dirigió una mirada cargada de fuerza a su heredero – Coge tu espada y ve al patio. Te están esperando. –

A Brandon le gustaba ver entrenar a su hijo, el mayor de los chicos de la casa del lobo huargo mostraba buenas dotes, diestro con la espada y la lanza, pero aún era joven y sus manos no se habían manchado de sangre. Aquel día no podría permanecer en lo alto de la torre para ver crecer a su hijo, en su lugar acudió a la puerta norte de la fortaleza donde ya lo esperaban el “Gran” Jon, Ser Wylis Manderly y media docena de hombres que tragaron saliva cuando vieron aparecer a Lord Brandon Stark junto a su lobo huargo Sombra, un impresionante lobo en el que se podría cabalgar.

-Cuéntame los detalles. – espetó al formidable hombre que montaba a su derecha mientras espoleaba su caballo por el Camino Real en dirección al Muro.

-Son cinco, cuatro hombres y una mujer. – su voz rugía aunque permaneciera en absoluta calma – Uno de ellos está herido. Apenas portaban una espada y alguna daga o cuchillo, poco de lo que preocuparse. –

-Bien, dónde están?

-Los descubrimos cuando cruzaban el río Último, bajaban por el cauce, desviamos su camino hacía el Lago Largo, no queríamos que los Bolton los despellejaran antes de que pudierais verlos. –

-Cuantas incursiones llevamos en el último año, amigo mío?

-Entre desertores y salvajes, estamos regando demasiado la tierra con sangre Brandon. Y lo has notado, verdad? El verano está llegando a su fin y ninguno me ha dado ni un punto bastardo al que malcriar. - Concluyó mientras dejaba escapar una sonora risotada que hizo que varios cuervos salieran volando de un árbol cercano.

Brinden asintió preocupado y dirigió su mirada hacia Wylis que jadeaba como si fuese él quien montaba a una bestia de 260 libras y no al contrario. Wylas tenía sólo un año más que Brandon, pero que ambos tuvieran verga era la única característica común, a pesar de ser ungido caballero por la Fe parecía más una morsa que un hidalgo, era un hombre con taimado y poco amigo de la aventura, con buenos modos y quizá estos fueron los que le llevaron poco tiempo después a maldecir el momento en que aceptó la invitación de Lord Stark para acompañarlos en aquella misión en lugar de volver a Puerto Gaviota una vez terminados sus menesteres en Invernalia.

-Disfrutais Ser Wylis? Jadeáis como si montaseis una buena puta y no un lindo corcel. – Todos rieron, incluido el propio Wylis, que bien por respeto, por no generar conflicto o porque simplemente gozaba de la suficiente autoestima como para entender que Lord Stark no se burlaba de él, no quiso dejar en mal lugar a su señor.

-Lo haré de verdad cuando encarte a esos salvajes con mi espada!! – la voz del Manderly sonó más forzada que convincente, su espíritu de lucha se había ido disipando con el paso de los años, sin duda.

Ya había cabalgado durante varias horas cuando un hombre con la enseña de un gigante con cadenas les irrumpió – Señor, los salvajes se encuentran en un claro a apenas un par de millas, han prendido una pequeña hoguera. Uno de ellos parece malherido. –

-Wylis coge a tus hombres y cabalgad para cortar la retirada. El resto conmigo. –

Con las órdenes dadas todos los norteños se dirigieron a sus posiciones, cinco hombres acompañaron a Ser Wylis mientras que a pocos pasos otros cuatro hombres de los Umber se unieron a la partida de Brandon y el “Gran” Jon que avanzaban hacia el claro. Sombra había aprovechado el parón de las órdenes para desaparecer entre la maleza “Ha olido la sangre” pensó Brandon mientras dejaba escapar una medio sonrisa.

No tardaron en llegar a la zona que habían indicado los exploradores y sin duda los salvajes ya sabían que los norteños que aproximaban, probablemente en un intento de pasar desapercibidos habían apagado la pequeña hoguera con arena que dejaba escapar algo de humo bastante disipado. Cuando tuvieron contacto visual uno de los hombres formaba delante, el más corpulento y que portaba una espada bastante mellada y con trazas de óxido pero a la postre la única que poseían entre los cinco. Tras él se mantenían con un gesto más compungido que duro otros dos hombres, uno cubierto de arriba a abajo con pieles, y lo que no era así lo cubría una frondosa barba que apenas dejaba ver su rostro, y otro muchacho que apenas habría cumplido los 13 o 14 días de su nombre. En último lugar una mujer, pelirroja y de piel nívea, de aspecto dulce pero mirada salvaje que empuñaba una especie de cuchillo grande o puñal pequeño y un hombre de edad más avanzada tumbado en el suelo cubierto con pieles ensangrentadas, con una respiración más que dificultosa y la piel pálida como la nieve… se reuniría más que pronto con los Antiguos Dioses.

-Soy Brandon Stark, Señor de Invernalia y Guardián del Norte, deponed las armas y obtendréis una muerte rápida. – las palabras de Brandon sonaban a pura propaganda antes de lo inevitable, pues mientras lo decía desenvainaba a “Hielo”, la espada ancestral de los Stark.

-Chupame la polla, maldito bastardo. – En la voz del cabecilla de aquel grupo se notaba el desprecio que los salvajes tenían hacia la gente al sur del Muro – El Pueblo Libre no suplica, ni se arrodillará jamás. –

Sin mediar más palabra comenzó a correr hacia Brandon, buscando la oportunidad de derribarlo y de algún modo acabar también con los otros sureños que parecían meros espectadores y tener la oportunidad de seguir huyendo hacia el sur pero como si de un sueño o una pesadilla se tratara todo se oscureció, fue una situación fugaz, porque para cuando quiso reaccionar no notaba nada de cuello para abajo, había perdido la movilidad y su último recuerdo fue un intenso dolor punzante en el cuello causado por la dentellada de Sombra, que habia caído sobre él y que estuvo apunto de abrirlo en canal tras desgarrarle los músculos y quebrarse los huesos de la zona superior de la columna.

Al ver a aquella espeluznante bestia y el río de sangre en que se había convertido su compañero, el salvaje de la barba desmedida comenzó a correr en dirección opuesta como alma que lleva el diablo, no tardó en desaparecer por la arboleda, pero por poco, tras él salió el huargo que le dio caza a los pocos metros a juzgar por los terribles gritos de dolor que cesaron a los pocos segundos y que hicieron estremecer al muchacho que soltó el palo que tenía en la manos y calló de rodillas al suelo.

-No nos matéis, por favor. – Sollozaba – No dejéis que nos coma esa bestia. –

-Os condenasteis al cruzar el Muro chico. Ya estáis muertos. –

-No lo entendéis, allí estábamos muertos, esos… –

-CALLA – la mujer, que aún tenía el arrojo de la que no tiene nada que perder, patente en la espalda al chico que se fue de boca contra el suelo – NI UNA PUTA PALABRA MÁS!! –

La luz cada vez se diseminada más en el ambiente y una ráfaga de frío recorrió el claro cuando por la trasera de los salvajes aparecieron Wylis y sus hombres que arrastraban con sus caballos los restos del salvaje al que habia dado caza sombra, que marchaba a su lado relamiendose el hocico.

-Le encontramos a escasos metros, mi señor, aunque hay más trozos por el camino. – A juzgar por su aspecto, a Wylis no le había resultado agradable el encontrar a ese hombre desmembración por el huargo.

No le dio tiempo a terminar cuando Brandon ya había descabalgado y aprovechando que la mujer había girado el rostro para ver a su compañero, o a parte de él, lanzó un tajo por su derecha que hizo que la mujer callera hacia su izquierda, el lugar donde había perdido su punto de apoyo, pues su pierna había sido seccionada por el mandoble valiryo.

-Algo más que añadir muchacho? –

Aunque las pieles le habían absorbido bastante bajo el chico se podía apreciar un charco de orina, el miedo era intenso, la imagen de dolor y sangre mientras la mujer aún gritaba y maldecia en algún tipo de idioma antiguo hizo que el chico comenzará a tratamudear y a sonar muy desesperado

-Fu-fu-fueron ellos… e-e-e-eramos treinta – lágrimas como puños caían por sus mejillas y su nariz se congestionaba, la mujer aún gritaba de dolor y la sangre que derramada su femoral hacía ya un inmenso charco rojo – llega-ga-garon en la noche – sorbió su nariz y paso una de sus mangas por los ojos limpiando sus lágrimas pues apenas veía – si-si-si-silencio-s-s-s-sos y…– no dijo más cuando su boca se descolgó y su mirada se perdió tras Brandon que se giró de inmediato tras escuchar como Sombra había comenzado a gruñir.

El viejo se había levantado, pero no parecía tener una reacción normal, caminaba de manera torpe hacia Brandon, su piel del blanco nível había pasado a un grisáceo, de su boca no salía el vaho que provocaba el frío del ambiente que había comenzado a intensificaron aún más y sus ojos brillaban con un color azul profundo. La hoja silvó, su cabeza rodó por el suelo y en ese momento el mundo se silencio… Sombra dejó de gruñir, la salvaje dejó de respirar, el cuerpo del viejo emitió un sonido hueco al caer y Brandon tornó de nuevo hacia el único salvaje que aún quedaba vivo.

-Últimas palabras? – Concedió Stark.

Pero ante el silecioso estado catatónico del chico blandiendo su espada por última vez para acabar con aquella incursión y todo rastro de vida salvaje se apagó.

-Mandad las cabezas al Castillo Negro, que las devuelvan al otro lado del Muro o que se las den de comer a los cerdos, me suda los huevos. Amputad brazos y piernas y colocadlas a lo largo de la frontera con el Agasajo, que esos putos desertores y salvajes sepan lo que les espera al sur del Muro.– Lord Stark ya se dirigía a su caballo – El resto incinerado. –

El “Gran” Jon se quedó con sus hombres para acatar las órdenes de Lord Stark, después volverían a Último Hogar, mientras este último y Lord Manderly marcharon de nuevo hacia Invernalia. En el camino Brandon sólo podía pensar en aquellos ojos azules, tan pronfundos y brillantes… tenían algo especial, algo extraño sin duda. Nada de los muchos planes económicos, o de los deliciosos manjares que degustaría Ser Wylis cuando llegase a Puerto Blanco o de las bellas mujeres que podría presentarle en su próxima visita separaban a Brandon de aquel pensamiento hasta que llegaron a Invernalia donde el Maestre Luwin le aguardaba con una misiva sellada por el Lord Comandantw de la Guardia de la Noche.

La misiva enviada por el mismísimo Joar Mormont, Lord Comandante de la Guardia de la Noche, se le clavó como un puñal. Su hermano pequeño había desaparecido más allá del Muro.

Su caballo aún permanecia ensillado pues apenas acababa de llegar a Invernalia después de dar caza a unos salvajes - Traed de nuevo a mi caballo, y quiero un grupo de 20 hombres listo YA! - gritó Lord Stark a quién se le había agriado el carácter de repente - Partimos hacia el Muro, Maestre envíe un mensaje un mensaje a Último Hogar, que el “Gran” Jon se reuna en el Castillo Negro conmigo de inmediato. -

Pocos minutos después ya estaban listos para partir y tras un silbido, largo y sonoro, Sombra completo la expedición que ya se ponía rumbo al Castillo Negro.

Desde el día anterior ya podía vislumbrar aquella monstruosa separación de mundos. El Muro, más de 700 pies de puro hielo, y hechizos según decían, que mantenía el mundo de los hombres a salvo de la destrucción que venía del norte.

Jon Umber ya se había unido a la expedición, en total 38 hombres y un lobo huargo, entre los que destacaban sobremanera el “Gran” y el “Pequeño” Jon, dos bestias humanas que encabezaban la marcha flanqueando a Brandon Stark mucho más dubitativo y pensativo que de costumbre, marchaban a prisa. La misiva de Jeor Mormont lo había preocupado sobremanera, no estaba dispuesto a perder a un hermano.

La Torre de la Lanza fue la primera que divisaron a los pies del Muro, allí donde junto a otra más de media docena de torres se apiñaban para formar una fortaleza que recuperaba su esplendor tras décadas de abandono y ruina. En eso sin duda estaban en deuda con Rhaegar Targaryen.

Allí donde terminaba el Camino Real y comenzaba la fortaleza se había reunido una comitiva de bienvenida encabezada por el propio Lord Comandante y otros tres hermanos juramentados. Brandon con un gesto y un silbido hizo que Sombra que escabullera por los alrededores, no sería del gusto se los Guardias de la Noche tener un huargo que pudiese amenazar sus vidas.

-Lord Stark. - Saludó solemne cuando los norteños llegaron a su altura - Espero que los dioses os hayan dado un viaje propicio, que vuestros hombres se pongan cómodos lo necesitarán, venid conmigo. - tras unas órdenes a sus hermanos para que ayudasen a los Stark y los Umber a que se sintieran cómodos hospedándolos en la Torre de Hardin, que había sido rehabilitada y dónde se habían preparado cuartos para visitantes, guió a Brandon hasta sus aposentos donde el mayordomo del Lord Comandante ya había preparado vino especiado caliente y buena cerveza para la reunión que debían mantener.

-Vale, ya hemos cumplido con los formalismos Jeor. - Brandon se quitó los guantes de piel y la capa que protegía del frío en el exterior, se le notaba la impaciencia, su enfado, como si estuviese a punto de estallar - Supongo que habréis recibido la cabeza de otros putos cinco salvajes que casi llegaron hasta Invernalia, y no son pocos los desertores que tenemos que ajusticiar, se acerca el invierno y ahora me escribis esto… - sacó de su pechera la nota que había llegado a Invernalia y por la que estaba allí. - ¿Qué coño está pasando Jeor? ¿DÓNDE ESTÁ BENJEN? - gritó furioso mientras la misiva quedaba aplastada en su puño mientras golpeaba la mesa tirando de golpe la jarra de vino, que hizo que la sala quedase impregnada de un olor dulzón.

-MAIZ, MAIZ - exigió el cuervo que se acababa de posar en el hombro del “Viejo Oso” que posteriormente pasó a picotear cuando lo encontró en la mano de su dueño.

-Cálmate Brandon, crees que no me duele no saber dónde esta tu hermano? - dijo apesadumbrado tirándose en una silla, como si las fuerzas le faltasen - He pasado con Benjen más de una década en esta fortaleza, le he visto crecer y le he dado todo lo que ha estado en mi mano. Él debía ser el siguiente. - dijo desenvainando su espada valyria “Garra” y tirándola sobre la mesa.

-MAIZ, MAIZ - volvió a graznar el cuervo que voló al suelo, donde Jeor se había tirado más maiz.

-Y ahora que Jeor? qué haremos al respecto? - Brandon se apoyo en la mesa que ocupaba parte de a sala del Lord Comandante con los puños cerrados y una notable falta de paciencia.

La puerta se abrió tras ellos y por el umbral entraron dos personas, un anciano, sin duda el Maestre Aemon, que era guíado por un cuervo que había sido bien alimentado, gordo como un tonel pero con una apariencia afable. El viejo maestre parecía bastante deteriorado desde su última visita, casi ciego y casi costándole mantener la verticalidad.

-Lord Brandon, es un honor teneros entre estos muros de nuevo, aunque me temo que no sean las mejores circunstancias. - una vez se sentó en una silla al lado de Jeor dio un par de palmadas a su acompañante que se preparó para marcharse - Por cierto, os presento a mi ayudante, Samwell Tarly, primogénito de Lord Randyll Tarly de Colina Cuerno. -

-Es un honor, Lord Stark. - dijo tímidamente el chico mientras abandonaba la estancia siendo escrutado por la mirada de Brandon, que respondió simplemente con un gesto de cabeza, no tenía ni ganas ni tiempo de hablar sin recibir más explicaciones.

-Como vos mismo estaréis pensando algo raro pasa, verdad? - El maestre se adelantó, era un erudito que había huido de sus responsabilidades en su juventud guardándose tras aquellos muros haciendo una labor más importante quizá que estando sentado en el Trono de Hierro

Brandon se había echado una copa de vino caliente con el permiso de Jeor, y esperó a que el viejo Aemon siguiese hablando.

-Sabéis que los maestres no somos amigos de la superstición, de la magia o brujería, estudiamos muchos libros y analizamos los hechos… - “incluso hay profecías que dictan lo que ocurría de ahora en adelante.” el maestre tenía un habla pastosa, la falta de dientes le dificultaba la acción - Algo ocurre al otro lado del Muro, los salvajes han estado cruzando al sur con mayor asiduidad que antes, vos mismo y vuestros vasallos son testigos de esto, pero además son mucho más agresivos en el lado norte, ya no temen del mismo modo a los hermanos de la Guardia de la Noche, como si debiesen temer a algo más grande o si alguien los empujase y alentase a no ceder. - una fuerte tos se apodero del maestre antes de que pudiese continuar. - El hecho es que según nuestras informaciones los Salvajes se han replegado de varios poblados, sin saber muy bien el motivo de ello, además son muchos los hermanos que no han vuelto de sus expediciones… vuestro hermano entre ellos. Hay muchas teorías mi señor, desde que Mance Ryder haya reunido al pueblo salvaje y planee plantar cara para atravesar el Muro y reclamar la tierra al sur de éste como suya hasta que se viene una noche larga, mucho más larga de lo que nadie jamás pensara. -

-MAIZ, MAIZ - cortó el cuervo - CALLA, PAJARO DEL DEMONIO! - maldijo Jeor Mormont lanzando un manotazo que no acertó al pájaro y dando un puñetazo en la mesa se levantó de sopetón - Lord Stark, vamos a preparar una expedición para poner fin a estas habladurías, vamos a averiguar que coño ocurre al norte del Muro, juro por los dioses que haré todo lo que esté en mi mano para dar con Benjen. No voy a permitir que ningún hermano más se pierda mientras yo me quedo aquí sentado. -

Ese espíritu convenció a Brandon, que poniendo una mano en de aquel hombre al que respetaba sentenció - Y yo estaré a tu lado! -

Apenas había pasado un día allí cuando los preparativos estuvieron listos. Jeor Mormont, otrora vasallo de los Stark sería hoy quien encabezase la comitiva que marcharía con los norteños que habían acudido a pedir explicaciones de lo ocurrido con el Primer Explorador Benjen Stark.

La reunión con el Lord Comandante no había tranquilizado nada a Brandon, su hermano era el hombre con más experiencia de aquella fortaleza Más Allá del Muro y no había vuelto, no se sabia nada desde hacía mucho tiempo, demasiado para que cualquier hombre de Poniente siguiese vivo en aquellas tierras, pero Benjen no era cualquiera y algo en el interior de del propio Brandon le decía que seguía vivo, buscando el momento de aparecer de nuevo o buscando ayuda que lo ayudase a volver al Muro. Benjen no era como la mayoría de aquellos hombres, él había decidido por vocación vestir el negro y en ello había basado su vida, ahora la vida de muchos cuervos dependían de él y la mayor parte decían que sería el próximo Lord Comandante de la Guardia, así que no había más tiempo que perder, cuando Jeor le explicó que una comitiva partiría en busca de Benjen Brandon no dudó en mostrarse voluntario para formar parte de la partida, no podía permitir que aquel grupo de hombres arriesgase su vida por su hermano y el se quedase al seguro del Muro, aquello no era honorable, no al menos para un norteño.

Además de su hermano, eran varios los cuervos que habían desaparecido en los últimos tiempos, y muchos los poblados de los Salvajes que habían comenzado a despoblarse con inquietantes noticias de un ejército que se formaba bajo el mando de Mance Rayder el Rey Más-Allá-del-Muro.

Apenas 24 horas, un plato de gachas en la comida y un asado para la recepción de un señor a la noche y al amanecer del siguiente día allí se encontraban con el sol a su derecha bañando un Muro, una inmensa construcción que separaba el mundo de los hombres y el de los monstruos, que ya quedaba tras de sí. Al frente de aquellos hombres formaba el Lord Comandante de la Guardia de la Noche Jeor Mormont, Lord Brandon Stark, Señor del Norte, y El “Gran” Jon Umber, Señor del Último Hogar, tras ellos 300 hombres vestidos de negro en su inmensa mayoría y otras decenas con el lobo huargo de los Stark y el gigante de los Umber marchaban en lo que en años venideros se conocería como la Gran Exploración Más Allá del Muro.

Brandon había tenido tiempo de compartir noches de hoguera, las batallitas y las costumbres de los hombres de negro que marchaban junto a él. Eran 300 almas que otrora habían compartido tierras sureñas y muchos con los que había luchado en el mismo bando o el contrario en la última gran guerra que había vivido Poniente, la que concluyó con el reinado de Rhaegar Targaryen. La mayor parte no tenían cariño al antiguo rey, pero lo cierto es que para Stark, el Lord Comandante y muchos viejos cuervos que llevaban allí más años que el reinado del anterior monarca, había sido un soplo de aire fresco pues la renovación acaecida en el Muro, el aumento en las filas de la Guardia de la Noche y las Fortalezas reconstruidas había hecho un poco más seguro aquel punto que separa a los hombres de las tierras del Eterno Invierno.

De todos aquellos hombres si uno le había sorprendido era Samwell Tarly, y no para bien, apenas había conocido a Lord Randyll Tarly pero su reputación lo precedía y cuando supo que aquel joven era su hijo mayor le dejo perplejo al ver lo poco que se podía parecer un padre a un hijo, y no le sorprendió menos las habladurías que acompañaban a aquel y a la manera en la que había abandonado Colina Cuerno, pero aquello lo dejaba para las hogueras. Lo que tenía claro es aquel chico era de vital importancia en aquella expedición, con el Maestre Aemon ciego y rondando el centenar de años ese muchacho era el encargado del correo y quien debía mantener el contacto entre aquellos hombres en penumbra del norte y el Muro.

-Los hombres marchan de buen humor, pero entre nosotros Lord Stark, esto no anda bien. Ya son cuatro los poblados de salvajes los que hemos visitado y no hemos visto ni un alma, ni siquiera vuestro huargo ha podido alcanzar un rastro, esto no es bueno, nada bueno. - Jeor parecía realmente preocupado, encabezaba la expedición junto a Lord Stark, el “Gran” Jon y otros buenos Guardias de la Noche que eran de la plena confianza del Lord Comandante.

-Tienes razón Jeor, veo muchos más salvajes al sur del Muro que al norte, no era lo que esperaba desde luego. -

-Los Salvajes son unas sucias ratas, habrán salido corriendo en cuanto nos vieron llegar. - rugió el “Gran” Jon, que no poseía tanta sesera como músculos para blandir su hacha de guerra.

Brandon reía mientras escuchaba al gran hombre norteño, estaba acostumbrado a sus bravatas y sabía que muchas veces las soltaba sin sentido, ni siquiera pensando en lo que decía pero sabía que aquel hombre mataría y moriría junto a él.

-Algo me dice que algo nos aguarda más al norte Jon, los dioses nos están guiando hacia allí. -

-Espero que además nos guarden, porque sea lo que sea que pasa aquí me huelo que Mance Rayder tiene algo que ver y todos estos Salvajes que no hemos encontrado tienen que estar en algún lugar y no hemos visto tumbas, ni huesos de cadáveres humanos. - las palabras de Jeor terminaban siempre con algún exabrupto y de vez en cuando soltado algún gargajo.

En ese momento su cuervo, el que siempre le acompañaba al hombro volvió graznando - MAIZ, MAIZ - no sabía más palabras, pero su supervivencia no dependía de mucho más, el “Viejo Oso” metió su mano en un zurrón que llevaba en la cintura y cogió un puñado de maíz y abrió la palma de su mano sin que apenas pasase un segundo antes de que el cuervo se plantase en su antebrazo para comenzar su festín.