Diplomacia Martell

Relaciones con las demás casas

Casa Baratheon: normalizada, algo tirante por el contexto inevitable de la disputa ancestral por las Marcas, pero el Reino está en paz y Doran es un pragmatista que no se dedica a invocar derechos milenarios sobre tierras ajenas.
Casa Tyrell: ídem. Hace mucho tiempo ya de la Conquista de Dorne y todas esas historias de viejas.
Casa Real: muy buena, por el enlace entre Rhaegar y Elia que ata para el futuro a las dos casas. Aunque el caballo por el que apuesta Dorne en esa carrera, logícamente, es el propio Rhaegar, no el Rey Aerys.
Casa Lannister: era vox populi que Rhaegar se casaría o con Elia, o con Cersei. Al elegir a Elia provocó un cierto grado de animosidad de la Casa Lannister hacia la Casa Martell. Aparte de ese incidente reciente, tienen poca historia común.
Resto de casas: actitud indiferente o inexistente. Dorne está lejos y se ocupa de sus propios asuntos. No tienen ninguna opinión en especial sobre gente a la que casi nunca ven. Más allá de desconfiar un poco de ellos porque son extranjeros.

Oberyn se reúne con Tywin en Harrenhal. El objetivo: pactar un enlace matrimonial entre Cersei y el mismo Oberyn.

¿Qué podría salir mal en un matrimonio así? ¡NADA!

Lo vamos roleando, te comento si se alcanza algún acuerdo.

Tras una corta espera, Oberyn entró en el pabellón de Lord Tywin como Pedro por su casa, que era como entraba a todas partes. Cogió sin preguntar una copa de vino que encontró de camino y le dio un traguito.

-Lord Tywin -le saludó con una inclinación de cabeza casi imperceptible cuando estuvo frente a él-. Hace años de la primera y última vez que nos vimos. ¿Recordáis? Fui con mi hermana a Roca Casterly. Nuestra madre había pensado negociar esponsales con vuestra familia: Jaime con Elia, yo con Cersei. Vos ofrecisteis casar a Elia con el Gnomo. Y a mí ni siquiera me ofrecisteis al Gnomo. Qué tiempos, ¿eh?

Rió con ganas, pero al instante su rostro volvió a estar totalmente serio. Miró a uno de los guardias presentes que, por educación, se había sonreído, y se puso frente a él, pegado a su cara, con los ojos llameando.

-¿Tiene gracia? ¿Te parece gracioso que se insulte a mi hermana? ¿Quizá quieres insultarla tú también? ¿Qué tienes que decir sobre Elia? Dilo, ahora. Dilo si te atreves. Di una sola palabra sobre Elia, ten el valor de hacerlo… y juro que te mataré aquí mismo.

El guardia boqueaba intimidado mientras se ponía blanco, más por miedo a Tywin, dado que al parecer acababa de provocar un accidente diplomático, que a Oberyn. Aunque de eso también había. Pero antes de que pensara una respuesta, Oberyn se sonrió, asintió y volvió a dirigirse a Tywin.

-Tengo algo que proponeros, Lord Tywin. ¿Qué os parece si mandáis a todos estos idiotas impertinentes -señaló con la cabeza al guardia con el que se había encarado- a tomar el fresco y hablamos en privado? No temáis, voy desarmado -anunció levantando los brazos y guiñando un ojo.

Se quedó cruzado de brazos frente a Tywin mientras sus hombres se retiraban.

-Insultasteis a mi casa, Lord Tywin. Es un hecho -dijo en tono tranquilo-, un hecho sobre el que nunca había tenido la oportunidad de confrontaros. Ofrecisteis casar a mi hermana, la Princesa, con un bebé malformado. No creo que nada que yo haya hecho aquí hoy sea en absoluto comparable a eso -sentenció-. Pero no espero disculpas, ni vengo a por venganza. Lo hecho, hecho está.

Se puso las manos a la espalda y comenzó a dar cortos paseos, volviéndose cada poco para mirar a Tywin.

-Mi hermano está al corriente de lo que vengo a proponeros y lo aprueba -faroleó; no era exactamente así, de hecho se le había ocurrido viniendo al torneo, pero conocía perfectamente a Maron y sabía que lo apoyaría-. Aprecio que no os andéis con rodeos, así que haré lo mismo. El rey chochea prematuramente. O peor, la locura de su estirpe se está reproduciendo en él. Vos lo sabéis mejor que nadie. El futuro del reino está en el Príncipe Heredero, y recemos a los Siete porque la naturaleza nos haga un favor y nos traiga el futuro lo antes posible. Y vos podéis estar en ese futuro.

Se paró frente a Tywin con las manos en las caderas. Ya no quedaba ni la sombra de una sonrisa en su boca.

-Más allá de que, a raíz de nuestra historia personal, me agradéis más o menos -matizó, retrotrayéndose de nuevo a la visita a Roca Casterly-, habéis sido una buena Mano. Una de las mejores que se recuerdan. No es un halago, yo no halago; soy un príncipe. Es un hecho -aclaró-. Si os posicionáis junto a la familia real, y a sus parientes políticos, no habría otro hombre en Poniente aparte de vos con argumentos para seguir siéndolo. Estoy aquí, Lord Mano, para pediros la mano de vuestra hija. La Princesa Cersei sería así miembro de la familia extendida de la Casa Real, amiga y confidente de la futura reina y pariente cercana del futuro rey. Vos, su padre, retendríais así la posición preeminente en la corte de la que habéis gozado. Además, es una joven verdaderamente hermosa. Para ser sinceros eso es la parte que a mí más me interesa -admitió.

Oberyn inclinó la cabeza con una sonrisa de satisfacción.

-Seré como un hijo para vos, Lord Mano -dijo con seriedad, aunque la frase desde luego tenía múltiples interpretaciones-. Deberíamos celebrar la boda a la mayor brevedad, opino, antes de que las circunstancias cambien. Hay un aire de inquietud, ¿no lo notáis? Y en cuanto al sitio, Lanza del Sol apenas está a un par de días en barco de la capital.

Oberyn acuerda con Tywin raptar por seguridad a Cersei. Tywin le da una carta sellada indicando que dejen a Oberyn llevársela de la Torre de la Mano. Misión incoming.

Pero como vais a hacerlo? Si no tenéis PoV en Desembarco…como mucho podréis mandar un cuervo.

Pues yéndome corriendo del torneo a Desembarco :stuck_out_tongue:

Bueno…Esto es cosa tuya. Desembarco está a 8 horas. Lo que creas que quieres intentar ya sabes, misioncita.

Copia tus tokens en el post que tienes de Casa Martell aquí en tu subforo privado, para mantenerla actualizad, editarla cuando tengas alguno mejorado o dañado.

Rhaegar se reunió brevemente con Mellario antes de que llegara el rey. Le reitera la lealtad de la Casa Martell y le quita importancia a lo de Elia, y Rhaegar da vagas promesas de que intentará intervenir frente al rey para que no haga ninguna locura con Martell. Nada específico acordado.

Aparte, Elia envía un cuervo a Rhaegar cuando llega a Lanza del Sol. Cortito porque es un cuervo. Si me amas ven.

Rhaegar me comenta que viene a Lanza del Sol, lo espero para el martes.

Igualmente Stark también me ha dicho que viene, si no calculo mal para el miércoles debería estar en Campoestrella y luego vendrá a Lanza del Sol.

Qué bien, cuántas visitas. Pongo misión para sacar la cubertería de plata.

Cosas habladas con Rhaegar a espaldas de Barristan, que somos muy discretos:

-Con Elia: acepta a regañadientes su efusiva disculpa, aunque sigue muy dolida, pero está casada y es lo que hay. Acuerdan que Elia se quedará de momento aquí por lo avanzado del embarazo y porque es de lejos el lugar más seguro para ella y la niña, y las cosas parece que se van a poner feas bien pronto. Elia le da un mechón de su cabello engarzado en un colgante a modo de prenda para simbolizar que siguen unidos.

Me sería más interesante tener a Elia por ahí pero, no me parece razonable irse por Poniente a hacer misiones siendo Elia que de base es frágil y estando tan embarazada. Si todo va bien en el parto (estoy cagao) ya podrá volver con Rhaegar y recuperar un papel más activo.

-Con Doran: consigue que Rhaegar acepte que, sí, hay que quitar de en medio al rey. Siendo aparente que volvemos a estar más o menos en el mismo bando, ya que queremos lo mismo, a Rhaegar rey, acordamos empezar a hacer los movimientos necesarios para librarse eventualmente de Aerys, que incluirán posiblemente a Varys. Quedamos a la espera de que venga mañana Eddard para poder parlamentar con un posible aliado (o posible enemigo) a ver si podemos acordar algo que nos satisfaga a todos. La idea final es que, si va a haber una rebelión y va a ser grande, y lo parece, que Rhaegar la lidere, no la combata. A ver si conseguimos que eso sea factible.

Y por último la version oficial de los acontecimientos, es decir con Barristan delante:

La casa Martell reafirma su lealtad inquebrantable a la Casa Real. Se compromete a enviar a Oberyn a Desembarco del Rey para que el rey haga con el lo que considere, tan pronto como sus graves heridas le permitan realizar el viaje. Rhaegar y Elia se sonríen y se hacen mimitos.

Mensaje de Doran a Rhaegar. Le dice sucintamente que le han llegado rumores de un bastardo real, y que por tanto es necesario que esos rumores mueran de raíz. Mueran está en negrita. Es bastante inequívoco lo que quiere decir.

Rhaegar responde que se encargará personalmente de que sea así.

Por ahora, y tal y como están las cosas, la Casa Martell considera que ese rumor que les ha llegado es completamente infundado y malicioso. Simplemente la imaginación de la gente ha montado toda una historia de amor con fornicios y preñamientos donde no había nada. Nada especial.

A la Casa Martell le gustaría poder seguir opinando lo mismo en un futuro. Veremos.

No ha pasado mucho en estos días, mensaje de Rhaegar diciendo que Tyrell pasa de él y nada más que yo recuerde.

Tengo que hacer un roleo con Sisar, más que nada porque Oberyn no va a seguir a Rhaegar a la muerte así tan alegremente mientras el muy cerdo hijo de puta engaña a la persona a la que Oberyn más quiere en la vida. O sea, que hay cosas que hablar xD. E igual se podría liar. No tengo pensado que se líe, pero son cosas del directo.

Pero no lo quiero poner en público porque no me apetece anunciar a los cuatro vientos dónde estoy y cuáles son mis planes. Rhaegar sí tiene esa costumbre, quizá eso explique cómo nos va en la guerra. Yo no la tengo xD. Así que lo hacemos por privado y más adelante lo colgaremos en público cuando ya no sea tan sensible la información.


Una marea de soldados en formación ascendía por el camino a Cantonocturno. El vigía sintió un escalofrío; estaban avisados ya de su llegada y sabían que eran tropas amigas, pero aún así, ver a decenas de miles de dornienses acercarse a su fortaleza le provocaba una inquietud atávica, milenaria. Podía verse, aquí y allí, el sol y la lanza, y algún dragón de tres cabezas, pues para muchos dornienses cabalgar bajo el estandarte del rey seguía siendo motivo de orgullo. Se veía también la espada y la estrella de los Dayne, la mano extendida de los Allyrion, el campo llameante de los Uller, los tres escorpiones de los Qorgyle, e incluso el rastrillo de los Yronwood, a quien nadie esperaría ver en la misma comitiva que los Martell. Quizá los mayores expertos en heráldica hubieran llegado a echar en falta algún que otro estandarte entre la multitud, pero la impresión que producía en el espectador era que todo Dorne estaba allí frente al castillo.

Y liderando a Dorne, el Príncipe Oberyn con su armadura roja destellando bajo el sol, montado en un elegante corcel dorniense negro como el carbón. Y montada tras él, con la cabeza recostada en su espalda, una jovencita de mirada inteligente y sonrisa indescifrable, con una mata de rizos negros con la que jugaba el viento. Se adelantaron a la comitiva y entraron por las puertas una vez que estas se abrieron. Una vez dentro, el Príncipe y su acompañante desmontaron y, tras rechazar el ofrecimiento ritual del pan y la sal, lo que causó un cierto grado de consternación entre quienes no sabían que a Oberyn le importaban un bledo las reglas, se dirigieron directamente a hablar con el Príncipe Regente.

-Esperaba venir aquí a levantar un asedio -le comentó a modo de saludo, con tono neutro que hacía difícil decidir si estaba divertido o enfadado- . Si hubiéramos sabido que veníamos a tomar una infusión y unas pastas, habríamos corrido menos. Príncipe Rhaegar -le saludó al fin, con una leve inclinación de cabeza- . Esta es Ellaria Arena, la hija de Lord Uller. Viene conmigo -dijo a modo de única explicación. La joven hizo una cortés reverencia y se mantuvo en silencio.

-Lo primero es lo primero. ¿Dónde está Tyrell? ¿Nos quedamos o nos vamos? ¿Adónde? ¿Y por qué? -preguntó de sopetón. Se podía interpretar como una petición de órdenes, o de explicaciones. O quizá era ambas cosas.

Ah, y cuervo de Tywin.

Al Príncipe Doran Nymeros-Martell.

Como ya sabéis aspiro a sentarme en el Trono de Hierro y encabezo una rebelión contra la Casa Targaryen por considerarla incapaz y poco digna de seguir gobernando Poniente.

Como señor de una de las grandes Casas, os ofrecí de forma general seguirme y apoyarme en mi propósito de arrebatar el poder a los Targaryen sin que recibiera respuesta formal. Por el respeto que os tengo, os lo vuelvo a pedir esta vez de forma directa y personal.

Apoyadme en la guerra contra los Targaryen, juradme lealtad, y sabré que puedo consideraros un amigo.

Lord Tywin Lannister, Señor de Occidente.


Mi estimado Tywin Lannister,

Dorne no se arrodilla.

-Príncipe Doran.

El príncipe Rhaegar no podía decir que no se alegrase de ver al más joven de sus cuñados. Con él llegaban las lanzas de Dorne que con tanto ahínco había esperado. Había llegado al Dominio al mando de poco más de un millar de hombres y ahora tenía bajo su mando casi seis mil. Seguía sin ser un número suficiente, y todos sabían que sin la mano del príncipe Doran la suya era una causa muerta.

En cualquier caso, siempre se sentía algo incómodo en su presencia. Sin duda el príncipe Oberyn se contaba entre uno de los hombres más peligrosos del reino, su dominio de la lanza era mortífero y su genio incontenible, como había podido comprobar en Harrenhal. Cuando estuvo en Lanza había ido a verle un par de veces, aún recuperándose de sus fatales heridas, pero tenía serias dudas de que el dorniense se hubiese percatado de su presencia. Tampoco pensaba que a Oberyn Martell le hubiese importado mucho: aquellos días los había pasado entre el fino filo del sueño pasajero y eterno. No le sorprendieron todas las faltas al protocolo y las confianzas que se tomaba su cuñado, pues ya sabía qué esperar.

— Al final no hubo asedio, príncipe Oberyn. Lord Tyrell optó por la prudencia —explicó con pragmática serenidad—. Encantada, lady Ellaria. Es un placer conoceros.

Analizó con una mirada fugaz a la mujer que le habían presentado. Tenía el mismo descaro que Oberyn y no le faltaban encantos. A juzgar por lo que veía, debía de ser su amante, pero a Rhaegar no se le habría pasado por la cabeza llevar a la guerra a una persona querida.

— Según los últimos informes de los exploradores que envíe ayer, Lord Tyrell se ha replegado a la seguridad de Altojardín. Avanzó hacia Colina Cuerno, pero inexplicablemente se detuvo ahí. Temo que quiera unir fuerzas con Lord Tywin, es lo único que tiene lógica. Contaba con veinte mil hombres, fuerza más que suficiente para aplastarnos sin oposición. Por ello os pedí que vinieseis con la máxima presteza posible.

» Mi intención es marchar al norte, hacia Desembarco del Rey. Quedarse cruzados de brazos es entregar la iniciativa al enemigo y por otra parte, aquí no hacemos nada. Ya he reunido a todos los hombres que he podido, los señores del Dominio que siguen encerrados en sus castillos y los que han seguido a la rosa a regañadientes no nos apoyarán hasta que la venzamos. No tenemos medios ni hombres suficientes para asediar Altojardín. Una vez que lleguemos a Desembarco veremos qué hacer. La guerra me ha enseñado que es inútil hablar de los caminos que no podemos tomar aún.

» En cualquier caso, príncipe Oberyn, si tenéis un plan mejor de acción, os invito a que lo planteéis. Soy todo oídos.


Tras escuchar la respuesta de Rhaegar se mantuvo un rato en silencio, pensativo. Se acercó a una ventana y contempló desde ahí el mar de banderas a sus pies. Ellaria se acercó y le susurró algo al oído; el príncipe asintió. Finalmente se giró hacia Rhaegar, mirándole a los ojos.

-Desembarco del Rey no queda cerca de aquí. No os confundáis, Dorne se ha movilizado para pacificar las Marcas. Y… parecen bastante pacíficas. Si hubiéramos venido para marchar a Desembarco del Rey, muchos de los estandartes de ahí fuera -señaló con un gesto de la cabeza- no habrían acudido.

-Dorne no es como los demás reinos. Los señores no piensan igual. ¿Sabéis que Yronwood también ha marchado? El hijo del Lord Yronwood al que dicen que maté. ¿Y sabéis por que se ha tragado el orgullo y está aquí? Porque un ejército del Dominio viene a conquistar Dorne. Y los dornienses jamás volveremos a caer bajo el yugo ponienti. Excepto bajo el de vuestra dinastía, claro. Ese es un yugo cómodo, nacido del interés mutuo. El gran acierto de Daeron fue no venir con un ejército.

-Si un ejército del Dominio ya no viene a conquistar Dorne… -hizo una pausa, negando con la cabeza- entonces ya no estamos hablando de lo mismo. Puedo marchar al norte con parte de las tropas, y el resto se quedarán aquí guardando la entrada a Dorne bajo el mando de su padre -dijo rodeando con el brazo a Ellaria, que sonrió-. No estoy proponiendo un plan, os estoy informando de por qué han venido aquí esa gente que espera frente a las murallas. Hasta que no tengan la absoluta certeza de que Dorne está seguro, no consentirán otra cosa. La gente de ahí fuera no son muñequitos de madera a los que mover por un mapa. Tienen opiniones sobre las cosas. Muchas opiniones.


No esperaba Rhaegar que todo Dorne le apoyase, pero los que no lo hacían cubrían con cantos de sirena sus intenciones, que no eran otras que la de defender sus intereses y no los del reino. Ya había oído suficientes alegatos de ese tipo en la ruta que había hecho en el Dominio, buscando en vano nuevos apoyos. “Si partimos a la guerra, mi príncipe, ¿quién defenderá nuestras tierras?”, “No queremos ofenderle, Lord Regente, pero no queremos colaborar a agrandar la locura de sangre y horror que se ha desatado”, o también algún más directo “Vuestra causa no nos inspira la suficiente confianza como para apoyaros”. Lo único que sacaba en claro es que necesitaba otra victoria para atraer a más hombres a su causa, pues la diplomacia se tornaba inútil. Así había conseguido ganar a los señores de Caron, Selmy, Tarly y Peake.

Podía imaginarse a Lord Randyll Tarly acusando abiertamente a esos señores dornienses de traición, y lo mismo a los marqueños encabezados por lord Bryce Caron, el Señor de las Marcas. Hay quién diría que estaban en lo cierto, pero pensar como ellos tampoco le iba a aportar nada ni le iba a abrir muchas puertas. Como en Altojardín, no tenía más remedio que ser la encarnación de la humildad y recato. Y así iba a seguir.

— Como digáis. Si hay señores que no quieren abandonar sus tierras ante la amenaza, los entiendo y respeto perfectamente, aunque… Si podéis convencer a algún indeciso de acudir con nosotros, sería de agradecer.

Tamborileó la mesa con sus dedos. Si no ponía ninguna pega más, no había mucho más que hablar. La mirada que le dedicó el dorniense, sin embargo, sugería lo contrario. Sin dejar de mirar a sus ojos, habló con suave calma.

— ¿Algo más que queráis añadir, príncipe Oberyn?


La expresión de Oberyn se endureció, y soltó a Ellaria. Se acerco a Rhaegar lentamente, casi zigzagueando, como una culebra, hasta estar quizá demasiado cerca de él, frente a frente. Siendo ambos príncipes hombres altos, de la misma altura, sus ojos estaban a la altura de los de Rhaegar. Y sus ojos empezaron a hablar antes de que él lo hiciera.

-Conozco bien a Elia -dijo con voz queda y semblante contenido aunque algún temblor involuntario traicionaba la enorme tensión que sentía. Ellaria, discretamente, se puso tras él y le apretó la mano- . Conozco a Elia mucho mejor que vos. Todos mis primeros recuerdos son de Elia. Y los suyos son de mí. Sé lo que le pasa por la cabeza. Sé lo que no dice. Y sé por qué no lo dice.

Guardó silencio durante un segundo, respirando profundamente.

-Mi hermana no solo os entregó su nombre y su vientre cuando se desposó con vos. Mi hermana os entregó su corazón. Cuando os fue conociendo tras la boda, vio algo en vos que los demás no vemos -espetó con cierta gratuidad- y decidió entregarse a vos por completo. Os ha dado a una hija primorosa, y os ha dado a un heredero varón, sano, fuerte. Un niño al que ni siquiera vuestro padre podría sacar ninguna falta.

Su rostro empezó a enrojecerse. Estaba claro que le estaba costando mantener las formas.

-¿Y vos qué habéis hecho? Vos habéis cogido el corazón de mi hermana, lo habéis arrugado y lo habéis tirado a la basura, como un pergamino con tachones. Y a la vez habéis sumido el reino en una guerra con vuestro comportamiento errático. Sí, vos. Vos lo habéis hecho. Con la ayuda de vuestro padre, qué duda cabe. Pero ¿creéis que esta guerra con Robert Baratheon tiene a otro culpable que vos? ¿Creéis que Lord Stark se habría arrojado alegremente a los brazos de los rebeldes, de no ser por vos? ¿Creéis que la mayoría de los señores del reino habría decidido que Tywin es un garante mucho mejor de la paz que vos y vuestro padre, de no ser por vos y vuestra pedante, pueril, demente, búsqueda mística de un príncipe prometido en una profecía? -preguntó, aún en voz baja pero con creciente agresividad. Estaba bien informado sobre las locuras de Rhaegar; Elia no tenía secretos para él.

Ellaria le apretaba el brazo con fuerza al príncipe, pero Oberyn estaba temblando visiblemente de rabia.

-El reino no es vuestro, Rhaegar, para que lo perdáis si os apetece, porque en lo que estáis centrados es en cumplir una importante profecía -dijo con desprecio- . El reino es el patrimonio de vuestro linaje. El reino es de Aegon, de vuestro hijo. Del hijo de Elia. Estáis obligado, obligado -remarcó-, a conservarlo y entregárselo. Estáis obligado a sanar al reino que habéis herido. A ganar la guerra que habéis pergeñado. Y a mantener el reino indemne. Nada importa más que eso. Nada. Y si pensáis de otra manera, sois un necio.

La respiración de Oberyn se fue haciendo más pausada. Parecía que lo peor había pasado. Quizá.

-Y si a vos no os interesa salvar vuestro reino, si tenéis otras prioridades, entonces lo salvaré yo sin vos. Si vos seguís siendo un obstáculo para la paz, entonces yo conseguiré la paz, y si vos sois el precio, lo pagaré. Porque los Siete Reinos no son vuestros. Son de mi sobrino. Y de sus hijos. Y sus nietos. Y no dejaré que se los arrebatéis. No, Rhaegar. No lo haré.

Tras una última mirada, se dio la vuelta y se fue con Ellaria.

Bastantes más de 100 naves salieron al encuentro de la pequeña flota Martell, enarbolando el hipocampo de los Velaryion y el dragón de los Targaryen. Pronto un esquife hizo llegar el mensaje de Lord Lycerys Velaryon.

A quien comande la flota, bajo autoridad real, acudid a presentaros ante Lord Velaryon en el Orgullo de Marcaderiva.


Doran Martell acata la orden y se presenta ante el almirante. Tras los saludos de rigor, y suponiendo que no me hayas cortado la cabeza antes que eso nunca se sabe, le comenta:

-Impresionante flota. Veo que la Corona se prepara para la guerra. En materia de barcos, como veis, no podemos aportar mucho, pero espero que los mercenarios que traemos de las Ciudades Libres puedan marcar la diferencia en tierra.

Sin más, queda a la espera de que Velaryon le diga lo que le tenga que decir.


Vuestra llegada es de lo más inoportuna, Lord Doran, mas estáis aquí y es algo con lo que tendré que lidiar. Dad a vuestros hombres órdenes de ponerse bajo mi mando, tengo una misión que cumplir, pero antes os llevaré a Desembarco del Rey. Estoy seguro su majestad querrá veros.


Aunque lo disimuló, estaba claro que no le había gustado nada el tono de ese señorzuelo de una isla de tres palmos de longitud que vivía de la madera que traía la corriente.

-Príncipe. Príncipe Doran -remarcó con una sonrisa-. En cuanto a mis hombres, que he contratado con mi dinero para ponerlos a servicio del reino, como fiel servidor que soy del Rey; haré con ellos, faltaría más, lo que el Rey Aerys me ordene. Para eso los he traído. Ahora, si consideráis necesario escoltarme ante él, agradeceré vuestra protección. Gracias por todo, Lord Velaryon.

Se preguntó, en su fuero interno, si en todas las Tierras de la Corona y aledaños no había una sola persona que tuviera un mínimo de educación. ¿Los había educado a todos un salvaje caníbal? ¿Estaba muerta la cortesía en Poniente? ¿Por qué toda la gente de Desembarco del Rey trataba a los príncipes de Dorne, el mayor aliado del trono, como mendigos molestos?

//De verdad, ¿no tiene Hammer un solo personaje que no sea un puto loco anarquista que jamás ha tratado con humanos antes, no digamos ya con nobles? Vale que el Rey sea así, pero macho, es que hasta si hablo con el que limpia los váteres de la Fortaleza Roja me va a decir “tú, escoria, aparta de mi camino”. Vaya tela xD