Con bien de cañones por banda,
quemando gasoil, a toda mecha,
no corta el mar, sino vuela,
mi turno diesel inyección.
Que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el diesel,
mi única patria, la mar.
Con bien de cañones por banda,
quemando gasoil, a toda mecha,
no corta el mar, sino vuela,
mi turno diesel inyección.
Que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el diesel,
mi única patria, la mar.
¡Casquen los artebuses!
¿Dónde están los gatos?
matarile-rile-rile,
¿dónde están los gatos?
matarile-rile-ron.
-En el fondo del mar,
matarile-rile-rile,
en el fondo del mar
matarile-rile-ron.
-¿Quién irá a buscarlos?
matarile-rile-rile,
¿quién irá a buscarlos?,
matarile-rile-ron.
-La señorita Lannister
matarile-rile-rile,
la señorita Lannister
matarile-rile-ron.
¿Qué oficio le pondremos?
matarile-rile-rile,
¿qué oficio le pondremos?
Matarile-rile-ron.
-Le pondremos “pescatera”
matarile-rile-rile,
le pondremos “pescatera”
matarile-rile-ron"
A las islas del hierro llegaban rumores ligeros como un brisa de verano y otros que aunque fueran habladurías de marinero, debían de ser ciertos. Una alianza de Este a Oeste se había fraguado y consolidado. Desde las tierras de la Tormenta a las costas de Occidente. Un Eje, patrocinado por la iglesia de los siete y que cada día tenía más novias…
Korl Greyjoy, sumido en el estudio de un montón de papeles del tamaño de un enano grande, escuchaba la radio de fondo. Un locutor del que no había oído hablar hasta la fecha lo mencionaba. Subió el volumen, para comprobar con horror y rabia que el muy cabron estaba soltando mentiras de lo más absurdas.
-¿De que ciudad está hablando el tarado este? ¡Si no hemos entrado en combate con nadie!
Cogió su pluma y sacó una libretita de su chaqueta. Con letra pequeña apretada y firme, escribió el nombre del locutor al final de una lista de nombres que colgaban de una cabecera que decía, gente a la que me gustaría matar muy pronto.
Unas horas después…
-Amigo mio. ¿Lo entiendes ahora? Eso fue lo que pasó.
El hombre de gafas se recolocó las gafas y miro a Korl. Intento expresar una pregunta.
-Pero entonces… ¿Y los cuerpos? ¿Y las viudas?
Korl hizo un gesto con las manos señalando que no había viudas ni cuerpos.
-No no no, bueno si. Me dijeron que una salva de cañonazos particularmente profunsa y sonora, asustó a un viejo pescador, que siendo casi centenario, murió de un paro cardíaco. Pero claro, hubiera muerto en un momento y otro, su corazón claramente estaba débil ya. En cuanto a las viudas… Si el fue el único que murió y tenía casi 100 años, podrás imagínate que su mujer ya había muerto tiempo atrás y sus nietos sirven en la flota hace años.
En resumen, son rumores malintencionados. Nada que ver con la realidad.