Canto Nocturno se elevaba a apenas una legua cuando los mensajeros dornienses alcanzaron la comitiva del Dominio. No tardó mucho en prepararse el parlamento, rehenes fueron intercambiados —Lord Arthur Peake y Lord Ernest Dayne— y en un sobrio pabellón se reunieron Lord Mathos Tyrell, Lord Orlas Dayne y Lord Brynden Caron.
Lord matos bajó del caballo ayudado por un paje, despreocupado, como si reuniones de este calibre fueran el pan suyo de cada día. Se adentró en la tienda donde los dornienses ya esperaban. Tras apenas unos segundos de escrutinio reconoció a Lord Orlas Dayne como el líder de los hombres al otro lado de la mesa y comenzó a hablar:
—Mi señor de Campoestrella, acudo aquí ante vos como Guardián del Sur y representante del Trono de Hierro. Así pues, en nombre de Aegon de la casa Targaryen, el quinto de su nombre, rey de los Ándalos y los Rhoynar y los Primeros Hombres, señor de los Siete Reinos y Protector del Reino ¿porqué luce vuestro estandarte en lo alto de Canto Nocturno?
Lord Orlas, que se había levantado a la llegada de Lord Mathos, le saludó cortésmente para después sentarse a la vez que él. Ni siquiera se dignó a mirar a Lord Caron cuando este también tomó asiento.
—Porque la he conquistado, Mi señor. La tomé hace unos días y la mantengo bajo mi control. Pero vos preguntáis el por qué la he tomado: lo he hecho para vengarme por las afrentas de la Tormenta. Quizás si hubiera tardado más vos tendríais que viajar más al sur, a Sepulcro del Rey, donde ondearían los colores de Caron. Pero fui más rápido y más eficaz que él.
—¡Mentiras!— gritó Lord Caron —Nunca, en ningún momento, se ha prestado a hacer un ataque contra Sepulcro del Rey. Eso es una mentira de Lord Dayne
—¿Negáis que habíais estado preparando el terreno? —preguntó Lord Dayne— Estoy seguro de que vuestras heridas, vuestra cojera, es de haber estado por las montañas preparándoos por orden de Lord Baratheon. No fueron dando un paseo. Vuestro Señor primero confabuló para arrebatarme el título de Mano del Rey y luego os ordenó que preparáseis un ataque.
—Niego que haya realizado una sola acción dirigida a lo que decís, y es más niego haber entrado en las tierras de los Dominios de Dorne.— respondió Lord Brynden reuniendo todo el valor que le quedaba.
—Tanto igual me da ahora mismo.— Las respuestas de Lord Dayne estaban medidas, cada frase una carta en una partida que estaba gananado
—La mentira no debería daros igual.— volvió a interpelar Lord Caron que aún creía el parlamento tenía algo que ver con quien tener razón.
—Yo no miento. Saco conclusiones por las evidencias. Además, vuestra palabra, la de un cobarde que abandona su hogar, no debería ni ser tenida en cuenta.
—La de aquel que lanza un ataque sin declarar la guerra tampoco. Abandonad Cantonocturno y restituid todo aquello que habéis hecho perder a la Casa Caron.
—¿Habéis terminado de lanzaros afrentas como dos chiquillos? Calmad los ánimos, mis señores— interpeló Lord Tyrell por primera vez desde su pregunta inicial
—Quisiera decir, mi Señor — dijo dirigiéndose a Lord Tyrell. —que Su Majestad estaba avisado de esto. Avisé de mis intenciones antes de poner un pie en la Tormenta. Di por hecho de que él avisaría a Lord Baratheon y este a Lord Caron. Si en la Fortaleza Roja las cosas no funcionan como cuando yo era Mano, no es culpa mía. Y al comprobar tras mi ataque que el castillo estaba preparado para el mismo, con los ejércitos listos, y sin recibir orden del rey para no proseguir di por hecho que mi ataque estaba legitimizado.
—Dejad pues que entienda lo sucedido, Lord Orlas, afirmáis que Lord Bryden, en confabulación con su señor Lord Steffon preparaban acciones en contra de Dorne, mas, no habéis sufrido ataque alguno, ¿cierto? En vuestra sabiduría actuasteis antes de que Lord Caron pudiera llevar a cabo sus planes tomando Canto Nocturno donde encontrasteis la confirmación a vuestros temores cuando los ejércitos de la Tormenta estaban listos. Bueno es entonces que haya llegado yo antes que los ejércitos de Lord Steffon. Entonces, que vuestros acompañantes se queden en mi campamento como invitados y yo mismo iré a Canto Nocturno con vos para comprobar lo que decías— y sin más Lord Mathos se levantó dando a indicar que no esperaba que nadie se opusiera a sus designios
—No olvidemos que … — Lord Orlas se calló cuando vio que Lord Mathos se levantaba sin más. Iba a protestar, y a hacerlo vehementemente, pero pudo aguantarse. Y, por supuesto, apuntó mentalmente el nombre de Lord Mathos en su lista negra de ultrajes.
—Sargento, lleva a los lores dornienses y a Lord Caron de vuelta al campamento. Lord Orlas, cabalgad conmigo, que los pajes nos alcancen cuando puedan.— Lord Mathos no dejaba lugar a la duda, los hombres buscaron la complicidad de sus señores quienes dejaron que se cumplieran las palabras del señor de Altojardín. Apenas se habían alejado un puñado de metros cuando Lord Mathos volvió a abrir la boca, dejando atrás todo protocolo y rompiendo los esquemas del señor de Campoestralla —Dime, Lord Orlas, ¿cuál es vuestro juego aquí? ¿entiendes que vuestra única oportunidad de mantener posición, y si me apuras hasta cabeza, es abandonar Canto Nocturno motu proprio, ¿verdad? Si me obligas a poner asedio a vuestros hombres no tendré forma alguna de parar el juego, una vez el Dominio se pone en marcha nada lo para. Mientras hablamos mi hijo reúne la flota de Antigua, tengo un deber que cumplir y lo cumpliré. Pero no tengo interés alguno de hacer que el Dominio sangre así que, Lord Orlas, ¿Qué esperáis ganar con todo esto?
—Ya he ganado, Lord Mathos.— reconoció sin pudor.— He golpeado a la Tormenta, he devuelto el insulto a mi honor. Una lástima que Lord Baratheon no haya podido venir, quería decirle a la cara lo que pensaba. No, no os preocupéis, entiendo que ahora toca retirarse. Tengo la fuerza suficiente para hacerlo con seguridad y estoy seguro de que el coste inmediato para el Dominio sería superior que el de Dorne si trataseis de evitarlo. Y ambos sabemos de que no queréis llevar la guerra a Dorne. La historia ha demostrado lo costoso que es. Y yo estoy preparado, mi señor. Así que, decidme por favor, ¿qué esperáis ganar vos? Podríais haber conseguido lo mismo solo con la amenaza de venir, no era necesario el despliegue.
—Podría haberlo conseguido si hubiera sabido erais un hombre razonable, pero no lo sabía. Alguien más estúpido habría intentado mantener el castillo y me habría tocado reunir a los señores de la tormenta y asegurar que fueran los hombres de Bastión los que murieran asaltando vuestros muros, y los hombres del Rejo los que lo hicieran saqueando el valle del Torrentine. Pero si os vais a retirar no necesito más que devolver a Lord Caron a su trono y ver como uso esto en mi proprio beneficio. Se juegue la partida que se juegue mis cien mil lanzas siempre me dan la mano ganadora. Ahora bien, ¿qué le digo al rey cuando no encuentre esas pruebas de que Lord Caron se preparaba para caer sobre Dorne? O quizás me puedas convencer de que las pruebas existen, por supuesto.
—Cuando las encontréis, sabréis que os debo un favor. Si no lo hacéis tendré que defender que Lord Caron se deshizo de ellas astutamente. Lord Baratheon no aceptará ni una ni la otra, es un hombre impulsivo. Yo puedo decir lo mismo, al fin y al cabo he actuado sin el consentimiento tácito de la Princesa. Si alguien me debe de castigar, será ella.
—Busquémoslas Lord Orlas, busquémoslas