PoV
Larys Strong
Dirige la misión en persona.
Tokens
El Patizambo
Larys Strong
PoV y Token, participa en persona.
Consejero de Rumores y Lord Confesor
Larys tiene una red de informantes y de agentes que van desde meros soplones a torturadores de las Celdas Negras. Como miembro del Consejo Privado, además, tiene acceso a información de primera mano sobre lo que acontece tanto en el Reino como en Desembarco del Rey.
Se despliega la red de agentes del Consejero. Y se van a emplear métodos de interrogatorio de probada eficacia.
Ejércitos
No
Objetivo
Capturar a los seguidores de Mysaria que ya estaban señalados por Ser Perkin para ser interrogados acerca de las sospechas de que Mysaria y, por tanto, Daemon están detrás de los asesinatos de los infantes reales.
Misión
Todo se dejó preparado en esta misión La semilla así que es hora de la cosecha. Eran 3 al menos y no sé si están vivos, así que crucemos los dedos.
Una vez los capture, si están, los interrogaré con varios testigos para que no duden de la veracidad de la confesión (ojo, no necesito que digan que ellos participaron, sino que sabían/creían que Mysaria iba a hacerlo). Los testigos pueden ser tanto otros Consejeros, como el propio Aemond o incluso el rey si quiere estar presente.
Si nombran a Ser Perkin se le señalará como uno de los muertos y se usará esa información como prueba en contra de Mysaria, intentando además cargarle el muerto a él si ve la oportunidad.
Esta misión estaba “preparada” por lo que pido que se resuelva con cierta celeridad para aprovechar que la cosa está caliente. Me da igual lo que digan los jugadores, onrol quiero tener confesiones y gente convencida de la historia que he montado.
Localización
Desembarco del Rey. Celdas Negras.
Roleo
La noticia del asesinato de los infantes reales había caído sobre Desembarco del Rey como un manto de sombras, pero en Lecho de Pulgas, el ambiente parecía casi festivo. Susurraban en las esquinas, reían a escondidas y especulaban sobre quién podría haber tenido el valor —o la locura— de perpetrar tal crimen. Sin embargo, la atmósfera cambió cuando los hombres de Larys Strong comenzaron a peinar las callejuelas y los tugurios, llevando consigo una sombra aún más oscura.
En un principio, los agentes parecían buscar a cualquiera, interrogando taberneros, mendigos y vendedores ambulantes, pero sus verdaderos objetivos estaban claramente definidos. Tres nombres circulaban en susurros entre los hombres de Larys: Gareth el Tuerto, un matón conocido por frecuentar los muelles; Edric Dientes Amarillos, un ladrón de poca monta y, según rumores, informante de Mysaria; y Halys el Delgado, un contrabandista cuyas conexiones eran tan turbias como las aguas del Aguasnegras. Las detenciones fueron rápidas y contundentes, y aunque se llevaron a muchos otros para cubrir su rastro, la prioridad eran estos tres hombres.
Todos los detenidos, junto con los objetivos prioritarios, fueron arrastrados hasta las Celdas Negras, donde la oscuridad y el hedor de la muerte eran tan opresivos como la amenaza de los interrogatorios. Larys Strong, el Lord Confesor, esperaba con paciencia en una de las cámaras iluminadas por antorchas, su mirada penetrante y sus movimientos tranquilos proyectando un aura de absoluto control. Uno a uno, los prisioneros eran llevados ante él.
—No os pido mucho —decía Larys, su tono amable, casi conciliador, mientras sus ojos se clavaban en los del prisionero de turno—. Solo la verdad. Decidme lo que sabéis, y vuestra estancia aquí será breve.
Aquellos que no cooperaban o intentaban mentir pronto descubrían que el Lord Confesor tenía métodos persuasivos que harían hablar al hombre más recio. Las cadenas, las cuchillas y las palabras suaves de Larys eran una combinación aterradora. A medida que las horas pasaban, la verdadera intención del interrogatorio quedaba clara: los tres objetivos debían confesar que Mysaria, conocida como el Gusano Blanco, estaba detrás del magnicidio.
Con cada confesión arrancada a fuerza de dolor o desesperación, Larys construía un relato meticuloso. No importaba si la verdad era distinta; lo que importaba era que el testimonio señalara a Mysaria. Al tercer día, los tres hombres habían firmado sus confesiones —algunos con sangre, otros con lágrimas—, y Larys tenía en sus manos las pruebas que necesitaba para sellar el destino de la Dama Blanca. A su lado, hombres de confianza del Rey y el Consejo daban fe de los testimonios recogidos.
Mientras ascendía desde las Celdas Negras hacia la Fortaleza Roja, una leve sonrisa se dibujó en sus labios. Había obtenido lo que buscaba, y aunque la verdad permaneciera enterrada en las profundidades de Lecho de Pulgas, el juego de tronos había dado otro giro a su favor.