PoV
Simon Strong
En persona, que lleva vivo mucho tiempo
Tokens
Simon Strong
Descripción del token
Oculta su dolor tras el yelmo
Señor de Harrenhal
Descripción del token
Luchamos por nuestras tierras, son campesinos y hombres de Harrenhal y conocen el terreno.
Ejércitos
- 1 de El Cántaro (Alzado) , en Harrenhal grupo ROJO [Numeroso –1, Leva, Hda +1, Caballeros +1, Arqueros +1] FUE: 7.8
- 2 de Aldea de Lord Harroway (Alzado) , en Harrenhal [Numeroso –1, Leva, Hda +1, Caballeros +1, Arqueros +1] FUE: 7.8
- 1 de Seto de Piedra (Alzado) , en Harrenhal grupo ROJO [Numeroso +1, Leva, Hda +2, Caballeros +2, Arqueros +1] FUE: 15.6
- 2 de Seto de Piedra (Alzado) , en Harrenhal grupo ROJO [Numeroso +1, Leva, Hda +2, Caballeros +1, Arqueros +1] FUE: 13.5
- 1 de Salinas (Alzado) , en Harrenhal grupo ROJO [Leva, Hda +3, Arqueros +1, Marinos] FUE: 11.0
- 1 de Harrenhal (Alzado) , en Harrenhal grupo ROJO [Leva, Hda +2, Caballeros +2, Arqueros +1, Exploradores] FUE: 13.0
- 2 de Harrenhal (Alzado) , en Harrenhal grupo ROJO [Numeroso –2, Leva, Hda +1, Caballeros +2, Arqueros +1] FUE: 6.9
- 3 de Harrenhal (Alzado) , en Harrenhal grupo ROJO [Numeroso –1, Leva, Hda +1, Caballeros +2, Arqueros +1] FUE: 9.2
- 4 de Harrenhal (Alzado) , en Harrenhal [Sangrado, Arqueros +1, Jinetes +1, Veterano –1] FUE: 6.53
- 5 de Harrenhal (Alzado) , en Harrenhal [Numeroso –1, Sangrado, Arqueros +1, Jinetes +1, Veterano –1] FUE: 5.22
- 6 de Harrenhal (Alzado) , en Harrenhal [Numeroso –2, Sangrado, Arqueros +1, Jinetes +1, Veterano –1] FUE: 3.92
- 3 de Seto de Piedra (Alzado) , en Harrenhal [Sangrado, Arqueros +1, Jinetes +1, Veterano –1] FUE: 6.53
- 4 de Seto de Piedra (Alzado) , en Harrenhal [Numeroso –1, Sangrado, Arqueros +1, Jinetes +1, Veterano –1] FUE: 5.22
Objetivo
Plantar batalla al ejército frente a Harrenhal
Misión
Se viene salida épica.
Vamos a salir “casi” todos.
Digo casi porque la estrategia a seguir, contando con que Aemond cumpla su parte, es que primero Vhagar hace una pasada después de haber soltado sus vacas con la intención de distraer causando daños en algún flanco o retaguardia.
Aprovechando ese momento de confusión-terror, empiezan a salir mis tropas de infantería para que mis arqueros contrarresten los suyos. Luego saldría la caballería para formar y poder avanzar como uno.
Sin embargo, lo que se espera es que quieran impedir que formemos y vengan hacia nosotros mientras lo hacemos. Como mis arqueros habrán salido no los verán en las almenas y pensarán que ya no deben temer que tengamos ventaja a ese respecto. Pero, siempre hay un pero, yo había preparado catapultas:
Misión 46: El Asedio de Harrenhal
Si se puede, se construyen algunas catapultas y se cogen bloques de piedra de las torres más destruidas para usarlos de proyectiles. Estamos en alto, debe ser divertido recibir dragones o tropas lanzándole piedras con una catapulta desde el primer momento en que se mueven.
Como los cabritos se han puesto a 500 metros, no vamos a alcanzarle con las catapultas ni estando en alto, creo yo. Pero a nada que se muevan se van a enterar los norteños.
Pues en cuanto estén a tiro empiezo a lanzar pedrolos para fastidiar todo su avance y hacerles un daño considerable.
Con todo esto lo que quiero es:
- Poder sacar todas las tropas y formar.
- Causarles daño antes de empezar la batalla gracias a unas catapultas que no esperan.
Y que salga lo que tenga que salir.
Ah, contamos con las fuerzas de Cole también.
Localización
Harrenhal
En rojo el movimiento que espero.
En amarillo mi movimientio.
En gris los pedrolos voladores.
Roleo
El amanecer era gris y húmedo, como si la propia fortaleza de Harrenhal llorara la suerte de quienes se apiñaban tras sus muros. Los soldados, harapientos y con rostros cadavéricos, afilaban sus espadas y ajustaban sus desgastadas armaduras. El aire estaba impregnado de miedo y resignación. No quedaba más comida, ni más esperanza. La opción de rendirse había rondado en las mentes de muchos, pero Simon Strong, el líder en quien todos habían puesto su fe, tenía otras ideas.
Simon, sentado en un desvencijado taburete en la sala principal, limpiaba el sudor frío de su frente con el dorso de la mano. Llevaba días vomitando y cagando sangre, una condición que, aunque disimulaba con su habitual rudeza, no podía ocultar del todo. Sabía que estaba al borde de la tumba, y aunque la idea de morir en batalla se le hacía extraña –un destino reservado a hombres más jóvenes o más fuertes–, comenzaba a aceptarla como la menos humillante de sus salidas.
“¡A la mierda rendirse!” exclamó Simon, su voz resonando con una fuerza que no parecía natural en su debilitado cuerpo. “Nos han acorralado, sí, pero esos cabrones que nos cercan no son mejores que nosotros. Si hemos de morir, lo haremos con las armas en la mano y con nuestros enemigos cagándose encima al vernos cargar.”
Un joven soldado lo miró desde una esquina, sus ojos reflejando tanto admiración como temor. Simon, notando la mirada, gruñó: “¿Qué miras, muchacho? ¿Esperas que te diga que todo estará bien? Porque no lo estará. Pero te aseguro una cosa: los que vengan por nosotros hoy recordarán nuestros nombres mañana.”
Cuando las trompetas de los sitiadores resonaron en la distancia, marcando el inicio de otro asalto, Simon se levantó con dificultad, apoyándose en un bastón improvisado. Su cuerpo estaba débil, pero su determinación seguía intacta. “Alinead las tropas”, ordenó a sus capitanes. “Y recordad: los dragones pueden comernos, pero que al menos tengan que escupir nuestras espinas.”
Mientras Harrenhal comenzaba a rugir con la actividad de una última defensa desesperada, Simon Strong, con el estómago retorcido y la sangre palpitándole en las sienes, ajustó su cota de malla. La muerte, pensó, no parecía tan mala como el hambre o la humillación. Si debía ir al otro lado, que fuera dejando un buen espectáculo tras de sí.