PoV
Simon Strong
En persona
Tokens
Simon Strong
De esta no salgo
En persona
Señor de Harrenhal
El mejor sitio para vivir. Y morir.
Dado que estamos defendiendo el hogar, doble implicación.
Ejércitos
- 1 de El Cántaro (Alzado) , en Harrenhal grupo ROJO [Numeroso –1, Leva, Hda +1, Caballeros +1, Arqueros +1] FUE:
- 2 de Aldea de Lord Harroway (Alzado) , en Harrenhal [Numeroso –1, Leva, Hda +1, Caballeros +1, Arqueros +1] FUE:
- 1 de Seto de Piedra (Alzado) , en Harrenhal grupo ROJO [Numeroso +1, Leva, Hda +2, Caballeros +2, Arqueros +1] FUE:
- 2 de Seto de Piedra (Alzado) , en Harrenhal grupo ROJO [Numeroso +1, Leva, Hda +2, Caballeros +1, Arqueros +1] FUE:
- 1 de Salinas (Alzado) , en Harrenhal grupo ROJO [Leva, Hda +3, Arqueros +1, Marinos] FUE:
- 1 de Harrenhal (Alzado) , en Harrenhal grupo ROJO [Leva, Hda +2, Caballeros +2, Arqueros +1, Exploradores] FUE:
- 2 de Harrenhal (Alzado) , en Harrenhal grupo ROJO [Numeroso –2, Leva, Hda +1, Caballeros +2, Arqueros +1] FUE:
- 3 de Harrenhal (Alzado) , en Harrenhal grupo ROJO [Numeroso –1, Leva, Hda +1, Caballeros +2, Arqueros +1] FUE:
- 4 de Harrenhal (Alzado) , en Harrenhal [Sangrado, Arqueros +1, Jinetes +1, Veterano –1] FUE:
- 5 de Harrenhal (Alzado) , en Harrenhal [Numeroso –1, Sangrado, Arqueros +1, Jinetes +1, Veterano –1] FUE:
- 6 de Harrenhal (Alzado) , en Harrenhal [Numeroso –2, Sangrado, Arqueros +1, Jinetes +1, Veterano –1] FUE:
- 3 de Seto de Piedra (Alzado) , en Harrenhal [Sangrado, Arqueros +1, Jinetes +1, Veterano –1] FUE:
- 4 de Seto de Piedra (Alzado) , en Harrenhal [Numeroso –1, Sangrado, Arqueros +1, Jinetes +1, Veterano –1] FUE:
Objetivo
Preparar Harrenhal para repeler ataques de dragones.
Misión
Tenemos mucha muralla que vigilar, eso es cierto, y tenemos dos dragones que vigilar, esto además de cierto es una puta mierda. Así que toca arremangarse y ponerse en lo peor, esto es, aceptar que vendrán a quemarnos para minarnos la moral.
Lo único que podemos hacer, y no es poco en realidad, es tener arqueros preparados para poder disparar a los jinetes de dragón en cuanto se dejen ver. Nada de intentar matar a un dragón, eso lo dejamos para los héroes y en Harrenhal vamos escasos de ellos. ¿Se deja ver un dragón? Se concentra el fuego de todos los arqueros en el jinete, si lo matamos bien pero el objetivo no es tanto matarlo como evitar que se acerque. Que cojan miedo, vamos.
Si no tenemos suficientes arqueros, pues se irán situando en varios puntos de la muralla de tal forma que nunca sepan en qué parte vamos a estar. ¿Necesitamos flechas? Tenemos un magnífico bosque dentro de nuestras murallas para poder hacer flechas, arietes e incluso escorpiones o catapultas. Es lo que tiene defender el castillo más grande de Poniente, que tenemos hasta un bosque dentro que nos provee de material para armas de asedio.
Si se puede, se construyen algunas catapultas y se cogen bloques de piedra de las torres más destruidas para usarlos de proyectiles. Estamos en alto, debe ser divertido recibir dragones o tropas lanzándole piedras con una catapulta desde el primer momento en que se mueven.
Como los cabritos se han puesto a 500 metros, no vamos a alcanzarle con las catapultas ni estando en alto, creo yo. Pero a nada que se muevan se van a enterar los norteños.
No estaría mal poner las catapultas en puntos en que los arqueros pudieran disparar al dragón cuando venga a quemarlas.
Factores a favor:
- Tengo un bosque y torres en ruinas para poder construir catapultas y sus proyectiles.
- Tengo mucho espacio para montar catapultas, escorpiones y apostar arqueros.
- Tengo dentro de Harrenhal a muchos campesinos entre los que debe haber herreros, leñadores y carpinteros que puedan trabajar en la construcción de las armas de asedio y a conseguir proyectiles.
- Ya sufrimos un ataque de dragón hace poco, podemos intuir por dónde nos atacarán.
Localización
Harrenhal
Roleo
El sol apenas había salido, pero Simon Strong ya tenía el ceño fruncido. Se encontraba en el patio de armas de Harrenhal, sus manos cruzadas tras la espalda, escuchando a un cantero que parecía más aterrorizado por las sombras que por su propio señor.
—No entraré en esas torres, mi señor —dijo el cantero, con la voz temblorosa—. Todos saben que están malditas. Se oyen susurros por la noche, lamentos… Fantasmas.
Simon apretó la mandíbula, conteniendo su furia. La superstición era un lujo que no podía permitirse en tiempos de guerra. Dio un paso hacia el hombre, clavando sus ojos grises en los suyos.
—¿Fantasmas, dices? —espetó Simon—. Serán los fantasmas de tu madre, llorando por haber engendrado a un cobarde. ¡Son piedras, maldita sea! Si no las traes tú, te aseguro que lo harás como un espectro más cuando acabe contigo.
El cantero tragó saliva, asintiendo con los ojos bajos, y se retiró sin más palabras. Pero Simon no tuvo tiempo de saborear su victoria. Un grupo de leñadores esperaba a las puertas del patio, con los rostros tan sombríos como la piedra misma. El líder del grupo, un hombre fornido de barba tupida, se adelantó.
—Mi señor —comenzó, con tono dubitativo—. No podemos talar los árboles del bosque de dioses. El arciano nos maldecirá. Los antiguos dioses…
—¡Por los siete infiernos! —rugió Simon, interrumpiéndolo—. ¿Creéis que los dioses van a bajar de sus cielos a salvaros de mí? Si tengo que ir en persona a talar ese árbol, os juro que antes practicaré con los cuellos de todos los leñadores supersticiosos de este maldito castillo.
El silencio fue inmediato. Los leñadores se dispersaron rápidamente, sin más protestas. Simon pasó una mano por su frente sudorosa, sintiendo cómo la ira le palpitaba en las sienes. Apenas había dado un paso cuando vio a un carpintero acercarse, con la boca medio abierta para hablar.
—¡A la mierda! —bramó Simon antes de que el hombre pudiera decir una sola palabra—. Ni lo intentes.
*El carpintero dio media vuelta, sabiendo que no valía la pena enfrentarse al viejo señor. Simon, cansado y con un dolor punzante en el estómago, llamó a sus hijos con un gesto. *
—Encargaos de estos necios —gruñó—. A mí me duele demasiado la barriga para aguantar más estupideces hoy.
Mientras se alejaba, apoyándose en su bastón, Simon pensó en las palabras de los hombres. Fantasmas, maldiciones, dioses antiguos… Tal vez había algo de verdad en ello. Pero, en tiempos de guerra, los espectros más peligrosos eran aquellos que llevaban acero y obedecían a señores vivos.