Otra noche de intensas orgías y ríos de vino inundaron Harrenhall. La mayoría de los caballeros presentes pudieron escuchar las risas de Lord Robert y los gemidos de las damas que lo acompañaban hasta altas horas de la madrugada. Los justadores, sin embargo, prefirieron dormitar en sus tiendas a una hora prundencia. Había mucho en juego, se hablaba de un premio tal que podría valer bien un castillo.
El segundo día de torneo dio comienzo en un ambiente de divertimento y jolgorio tal como no se recordaba en Poniente desde los tiempos de Jaehaerys el Conciliador, y todo ello a pesar del clima de sospecha y conjuras que reinaba entre las calles improvisadas del complejo de tiendas adornadas con cientos de blasones distintos. No había señor en los Siete Reinos que no desease conocer todo acerca de sus iguales, solo unos pocos sabían que solo el tiempo, y en consecuencia la muerte, otorgaban ese conocimiento , dedicándose a beber y fornicar como debiera hacerse en un evento de tal magnitud. No hubo mejor momento de éxtasis que la entrada de Ser Lewyn Martell en las lizas, un hombre enorme cuyo rostro moreno despuntaba ante el brillo de su armadura blanca, adornada por tiras de cuero de donde colgaban numerosos cuchillos. Sin duda era un caballero extravagante que hacía las delicias de los más jóvenes y curiosos.
Ser Lewyn retó a uno de los grandes justadores del día anterior, Ser Adam Marbrand, ofreciendo un gran espectáculo como apertura del día. Tras 5 lances y pese a la superioridad enérgica y técnica del de Marcaceniza; la envergadura, potencia y también excelsa habilidad del dorniense decantaron la balanza hacia el caballero de la Guardia Real, que con un grito enalteció a la multitd, ¡Por Dorne! ¡Por Lord Whent! y mirando de soslayo a Aerys, con la cabeza pensando en su querido compañero, añadió con un ligero tono de seriedad meditada, y por el Rey, obviamente. Ser Bryce Caron tampoco sería rival para el enorme caballero de Lanza del Sol, ni tampoco Nestor Royce, Mayordomo del Valle. Pero al final del día y cuando parecía que Ser Lewyn alcanzaría las rondas finales, Lord Jon Connington apareció en escena, ataviado con una elegante y sencilla armadura, cabalgando con sobriedad, elegancia y delicadeza. Se movía como una daba pero sus movimientos eran calculados como los de una serpiente. La justa duró mucho menos de lo que los espectadores deseaban y esperaban, 3 lances en los que el señor de Nido del Grifo parecía intocable, finalmente y emulado uno de los grandes movimientos vistos durante el torneo, golpeó con suma delicadeza el hombre de Ser Lewyn, desequilibrando y haciéndolo caer, como si de una leve brisa matinal se hubiese tratado.
Tras un espectacular inicio llegó el momento que todos estaban deseando, el Príncipe, sorprendiendo a todos, entro en las lizas portando su lustrosa armadura negra coronada por el dragón tricéfalo. Los pasos de su corcel eran acompañados por una diversidad de murmullos, gestos de asombro y suspiros de damiselas y algún que otro señor menor. Con un evidente gesto revanchista señaló a Ser Gerold Grafton añadiendo, es hora de que abandonéis un puesto que no os corresponde mi señor. La determinación de Rhaegar hacía creer a los presentes que podría derribarlo de un solo golpe, pero no por nada había resistido el caballero de Puerto Gaviota envite tras envite del mejor caballero de los Ríos. Pese a todo, Rhaegar parecía invencible sobre su caballo, solo Ser Arthur Dayne lo había derribado años atrás, en el Torneo de Lannisport; y finalmente el joven Grafton mordió el polvo con cierta dureza producto de su aguante tenaz. El heredero del reino solo tuvo que enfrentarse a un osado caballero de Occidente llamando Ser Armory Lorch, un hombre cruel hasta la médula, palpable hasta en sus andares pero más que nada por la rudeza y desprecio con la que trataba a su escudero. Rahegar Targaryen no tuvo piedad y de un certero y brutal impacto en la frente derribó a su adversario, el Príncipe detestaba a los hombres crueles y Ser Armory tardaría en olvidar la lección aprendida.
Aquella jornada se prometía como una de las mejores en la historia de los torneos y más cuando apreció en escena el legendario “Toro Blanco”, un héroe para todo los presentes y el caballero de más renombre de Poniente. Digna resistencia opuso el señor de Isla del Oso ante tamaño despliegue de habilidades, muchos incluso aseguraron que ciertas veces el Mormont estuvo muy cerca de derribar a su rival y ponerse a la altura de los grandes favoritos de la competición, pero tras 8 envites el Lord Comandante se alzó con la victoria. Aún mayor fue la resistencia que opuso el Jabalí de Occidente, Ser Lyle Crakehall, que finalmente perdió los dientes tras una decena de envites al golpearse el rostro con su escudo en la caída. El último rival al que se enfrentaría aquel día Lord Gerold sembró la emoción y la nostalgia familiar del público. Ser Baelor Hightower retaba al tío de su padre con una sonrisa en los ojos. No peleo por la recompensa querido tío, si no para demostraros que la sangre de vuestra casa se honra generación tras generación. No había rival mejor para demostrar aquellas palabras. Patente fue ante todos la igualdad de ambos caballeros, si no hubiera sido por la tremenda experiencia de Ser Gerold, el joven heredero de Antigua se hubiera alzado con el puesto de campeón. El público perdió el conteo de los envites y finalmente expulsaron la tensión acumulada de años en un suspiro de alivio al ver a su héroe confirmar que todavía no existía un rival acorde para él.
El único de los campeones del día anterior que mantuvo su puesto al finalizar la segunda jornada fue Ser Walder Ríos, algo que no extrañó a los entendidos de justas, la técnica y las malas artes del Frey lo convertían en un rival a tener en cuenta, aunque muchos dudaban de su capacidad para resistir ante los grandes justadores. En esta ocasión descabalgó a ser Myles Mooton en justa lid, mediante un golpe que podía haber hecho caer a cualquiera de los dos, pero el joven compañero del Príncipe acusó las copas de vino de más que Ser Richard había conseguido que ingiriera la noche anterior. Por último, se enfrentó a Ser Vardis Egen, antiguo escudero de Lord Jon y patrocinado por este mismo, que demostró ser un digno justador, aguantando tras 12 envites los diversos y poco honorables golpes del caballero de los gemelos en el enfrentamiento más largo de la jornada. Finalmente, Ser Vardis falló por poco el último golpe y salió despedido de su silla prácticamente sin oponer resistencia.
Ser Lyonel Corbray era considerado el campeón más mediocre de la jornada, muchos de los presentes hubiesen deseado ver en su sitio al joven heredero del Valle, Ser Elbert Arryn, pero la suerte no siempre beneficiaba al más habilidoso. Durante aquel día todos los caballeros habían deseado retar a rivales de más renombre, dejando a Ser Lyonel con cara de pocos amigos. Pero lo que sucedió instantes antes de que se decretara el final de la segunda jornada dejó perplejo al público; el Rey se estaba alzando cuando un nuevo participante le interrumpió y de no haberse tratado de la llegada de un caballero misterioso, lo que incitó su curiosidad, seguro que cualquier otro hubiera pagado cara su osadía. El Caballero de la Triste Figura fue anunciado ante todo el público, un escuálido y bien equipado caballero se presentaba en las lizas, retando con su lanza al heredero de Hogar. La irritación de Ser Lyonel se convirtió en divertimento, estaba seguro de descabalgar a aquella poca cosa, una broma de la orden de caballería. Pagó su orgullo e imprudencia con un golpe que le dislocó el hombre. Sin saber muy bien como su ágil contrincante había esquivado su golpe y lo había lanzado por los aires en un golpe ascendente que hizo las delicias de los asistentes.
Los campeones al finalizar el segundo día son:
Lord Jon Connington
Lord Gerold Hightower
Ser Walder Ríos
El Caballero de la Triste Figura
Rhaegar Targaryen